Cruzar la plaza de España de Alcoy parece sencillo, máxime cuando observas que en los pasos de cebra hay rampa. Sin embargo, las personas que utilizan silla de ruedas necesitan ayuda para poder llevar a cabo la acción, ya que la pendiente tiene un pequeño escalón. Éstas y otras muchas barreras arquitectónicas son las que hacen que la ciudad sea inaccesible y, por consiguiente, lo que ha llevado a la Asociación de Personas con Diversidad Funcional de Alcoy (Avanzar) a redactar un informe en el que aseguran que afecta a todas las zonas del municipio y edificios públicos.

La comisión de accesibilidad de Avanzar lleva meses realizando un estudio de campo para denunciar y hacer visibles los problemas con los que conviven día a día las personas con diversidad funcional en Alcoy. Josep Fuster, como miembro de la asociación, explica que «la ciudad es el espacio en el que los individuos adquieren la condición de ciudadanos y, esto es, la condición de ser personas titulares de derechos políticos, sociales y culturales», así como el entorno en el que «desarrollamos nuestra vida cotidiana y donde encontramos impedimentos que limitan la autonomía, el bienestar y la capacidad de elección de muchas personas».

Tras el estudio, Avanzar califica de «preocupante» el estado del municipio, no sólo por las barreras físicas y sensoriales, sino por «la falta de consideración que la accesibilidad ha tenido y sigue teniendo en los proyectos y actuaciones que en general promueven las administraciones públicas», culpando a sus responsables de la discriminación que existe.

En Alcoy, según la información facilitada por los responsables de la entidad, el 50% de la población -en torno a 30.000 personas- «están padeciendo o sufren discriminación» por la falta de accesibilidad a espacios urbanos. Además, la ciudad no se acogió al primer Plan Nacional de Accesibilidad 2004-2012 y mantiene una ordenanza de 1996.

Aunque el problema es latente en todas las zonas del municipio, el centro es donde se encuentran «las mayores deficiencias urbanísticas y arquitectónicas -insiste Fuster- y es muy difícil y, en determinados casos imposible, la circulación por las calles y entrada a edificios y servicios públicos».

Carolina Corbí, Cristina Vidal y Modesto Satorre, son miembros de Avanzar y han comprobado que los principales problemas son los pasos de peatones en aceras estrechas, con medidas inadecuadas y sin el espacio necesario para maniobrar las sillas de ruedas, las calles con aceras estrechas sin estar enrasadas al suelo, los pasos de peatones sin rampa y las aceras modificadas con pendientes trasversales en vados de vehículos y sin respetar la banda libre peatonal. A esto cabe añadir los alcorques en zonas con gran transito de peatones o en pasos de cebra.

Volviendo al centro de la ciudad, en él las barreras son las baldosas de mármol, los imbornales de hierro fundido en los pasos de peatones y las rampas defectuosas. Un claro ejemplo de ello es la plaza de España, donde si una persona quiere cruzar de un lado a otro utilizando una silla de ruedas se encuentra un escalón en cada rampa y, por tanto, necesita la ayuda de otras personas.

El acceso al Ayuntamiento también cuenta con dificultades, ya que la única puerta que hay abierta por las tardes cuenta con un gran escalón y el suelo presenta desperfectos, así como en la puerta principal hay dos desniveles previstos para la entrada de carruajes.

Aunque desde Avanzar aseguran que todos los edificios públicos cuentan con barreras, el más destacado es el de la calle Major, donde hay hasta nueve áreas municipales diferentes y en cuyo exterior «no figura información de las dependencias, los timbres son inaccesibles, hay un escalón en la puerta principal» y, una vez dentro, hay más dificultades.

El Ágora, el Centro Cultural Mario Silvestre, la edificio del Viaducto, las dependencias del Camí 40, la Agencia Amics, los dos teatros de la ciudad, la oficina del Servef, la Cámara de Comercio, el Suma, la Llotja y la estación de tren también presentan barreras, muchas de ellas en el entorno.