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Curso Anual de Robótica Educativa

Respirando robótica desde la infancia

40 niños se forman en electrónica, programación e impresión 3D en el Ágora

Respirando robótica desde la infancia

Crear cantera, incentivar la vocación por los estudios tecnológicos y ofrecer la oportunidad de experimentar por sí solos. Estas son las principales características que convierten el Curso Anual de Robótica Educativa del AgoraLab en un espacio único en el que los más pequeños pueden fabricar piezas con impresoras 3D, realizar prácticas de robótica con Lego Minstorm e iniciarse en el mundo de la programación mediante Lego, Scratch y Arduino, así como aprender electrónica de forma práctica, construyendo sus propios proyectos.

La iniciativa superó su primera edición con éxito y ahora afronta su segundo curso con en torno a cuarenta niños de Primaria y Secundaria inscritos. «Los lunes vienen los más pequeños y los martes y jueves los de los institutos», explica Mónica Satorre, responsable del proyecto junto a Octavi Masià. Con este curso «creemos que estamos enseñando a los niños a no ser meros consumidores de tecnología, sino a que intervengan y sean creadores -asegura Satorre-, además, hacemos hincapié en que equivocarse no es malo y fomentamos el trabajo en equipo».

Por su parte, el concejal de Innovación, Manolo Gomicia, asegura que «AgoraLab es una de las partes que más interesa a las delegaciones que vienen a conocer el proyecto del Ágora para aplicarlo a sus municipios» y, por ello, desea que continúe creciendo y se consolide, ya que es una forma de potenciar el «interés por los estudios tecnológicos desde la más temprana infancia».

No obstante, AgoraLab es una iniciativa más extensa y que no sólo se ciñe a la formación de niños, sino que permite que los adultos lleven sus proyectos de robótica y puedan imprimir 3D, promoviendo, de esta forma, el concepto de fabricación propia.

Todo ello hace del Ágora un lugar con «la esencia de lo que debe ser, un espacio para aprender las técnicas más innovadoras, compartir y poner en práctica ideas pero, sobre todo, para llevar a la práctica los conocimientos y crear proyectos reales», según destaca Gomicia.

El desarrollo de pequeños proyectos, aprendiendo a la vez que jugando, «proporciona la base con la que seguir avanzando y descubriendo», concluye Mónica Satorre, asegurado que a final de curso los pequeños son capaces de desarrollar un pequeño robot.

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