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Adiós a un comercio emblemático

Juan Bardisa cierra este sábado el ultramarinos que fundaron sus abuelos en 1914 para jubilarse

Adiós a un comercio emblemático

Con las estanterías vacías y un goteo constante de clientes despidiéndose, Juan Bardisa no puede evitar emocionarse al recordar todos los momentos vividos en el ultramarinos que fundaron sus abuelos. La suerte quiso que a Asunción Santacreu Seguí (su abuela) le tocasen 3.000 duros de plata en 1914 y pudiese comprar el edificio de la calle San Francisco de Alcoy en cuyo bajo abrieron el negocio.

«Se casaron, tuvieron cuatro hijos y, el menor, mi padre, Enrique Bardisa Santacreu, siguió adelante con el ultramarinos», recuerda Bardisa, quien desde bien pequeño ayudó a sus progenitores. Con tan sólo 8 años se encargaba del reparto de los pedidos, «iba casa por casa cargado con cestas y paquetes, me conozco el 90% de las casas del centro», asegura con cariño.

A los 11 años su padre le dijo por primera vez «Juanín, talla» y le dio el cuchillo con el que 52 años después continúa cortando los productos a sus clientes.

Ultramarinos Bardisa, como todo el mundo le conoce, ha sobrevivido a todo tipo de circunstancias políticas y sociales, superando varias crisis económicas, todo «gracias a las amistades y clientes que siempre han tenido confianza en nosotros», insiste su propietario, quien reconoce que «la clientela siempre ha sido espectacular, era una gozada de ambiente, ya que aquí se han juntado ricos y trabajadores, pasando hasta 4 ó 5 generaciones por la tienda».

El trato personalizado es una de las principales características de los negocios «de toda la vida», ya que «aquí venía la gente no sólo a comprar, sino a contarnos sus cosas, es un trato tan cercano...», explica Bardisa, reconociendo que «se me coge un nudo en el estómago al pensar que este sábado se acaba esta etapa».

La idea de Juan Bardisa era jubilarse a los 65 años y vender el edificio, pero la suerte, como le pasó en su día a su abuela, ha querido que antes de Navidad saliese un comprador, precipitando el cierre del comercio. Por eso, desde las pasadas fiestas ha ido liquidando el género y ayer la tienda estaba prácticamente vacía. «Terminaré de atender a mis clientes esta semana y el sábado cerraré definitivamente», asegura.

De este modo, pone fin a una etapa de su vida a la que se ha dedicado en cuerpo y alma durante 55 años y abre un nuevo capítulo con el deseo de poder disfrutar de la jubilación, descansar y, por qué no, viajar, aunque no puede evitar sentir nostalgia al recordar «lo que era el centro de Alcoy y ver en qué se ha convertido», ya que está convencido de que «el centro de las poblaciones marca la personalidad de los pueblos y éste ha perdido mucho en los últimos 20 años».

Entre abrazos y alguna que otra lágrima, Juan Bardisa se despide estos días de sus clientes satisfecho por «haber defendido bien el apellido de mi abuelo, José Bardisa».

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