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El hombre que hizo posible un sueño

José Arnauda dio escuelas a Caramanchel, realizó un gran auxilio social y construyó la parroquia

El hombre que hizo posible un sueño

Alumbrado en el seno de una familia de arraigado catolicismo, la vida de José Arnauda Gisbert parecía encaminada a ser uno más de los clérigos sin historia que habían poblado el árbol genealógico familiar. Nacido en Alcoy en 1901, hijo de Agustín Arnauda de Scals y de Josefa Gisbert Carbonell, inició las carreras de Derecho y Magisterio, aunque finalmente se decidiría per la carrera eclesiástica. Durante estos años de formación académica, Arnauda asiste, como cualquier otro paisano, al deterioro del sistema político de la Restauración, un régimen de alternancia partidista que se ve salpicado por constantes casos de corrupción. Esta crisis institucional favorece el proselitismo de los partidos republicanos, como el que lidera el alcoyano Juan Botella Asensi, y la extensión del movimiento obrero que, en Alcoy, se personaliza en el anarquismo.

El desastre militar de Marruecos precipitó los acontecimientos y aceleró el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923. Los partidos políticos fueron disueltos, las garantías constitucionales suspendidas y los ayuntamientos constitucionales sustituidos por comisiones gestoras fieles al directorio militar. Tres años después, Arnauda concluye sus estudios eclesiásticos y ocupa plaza de capellán en la Real Parroquia de San Mauro y San Francisco. Sin embargo, la llegada de la República le impulsa a retomar sus estudios de Magisterio, pensando que así puede prestar un mayor servicio a la Iglesia. Arnauda se topó de bruces con el lacerante estado de las escuelas en Alcoy (como en la mayoría del país), que se agrava en los barrios de la periferia. Años antes, en 1926, el diario local La Gaceta de Levante ya había publicado una queja de los vecinos del barrio de Caramanchel por la falta de una escuela, lo que provocaba que la mayoría de niños y niñas fuesen analfabetos.

Tras la Guerra Civil, el impulso de Arnauda, improvisado arcipreste del distrito, resultará providencial. La Junta Municipal de Enseñanza Primaria, tras una década sin funcionar, vuelve a constituirse en junio de 1940. Arnauda ha asumido, mientras tanto, la dirección de las populosas Escuelas del Ave María y presenta al Ayuntamiento un proyecto de ampliación de este centro educativo y social que atiende «al suburbio más humilde de Alcoy». Arnauda logra, además, que el Ayuntamiento destine maestros nacionales en ellas. Sin embargo, más de la mitad de los menores matriculados no asisten porque, aunque son apenas niños, trabajan en fábricas y talleres por pura supervivencia familiar. El barrio de Algezares, además, vive un aluvión con la llegada de emigrantes de pueblos andaluces como Espejo y Castro del Río.

Al mismo tiempo que mejora y amplía las Escuelas del Ave María, Arnauda levanta una nueva escuela para atender a los niños y niñas del barrio del Tossal, mientras que, en el barrio de Caramanchel, consigue que la Compañía General de Carbones le ceda un local en la estación del ferrocarril Alcoy-Gandía para destinarlo a escuela unitaria.

Los desvelos de Arnauda no son infundados, pues hasta la propia Junta Municipal de Enseñanza reconocerá «la necesidad urgente de emplazar escuelas en barrios que carecen de ellas y por lo tanto en los que la población escolar se halla en el más completo abandono». De este modo, Arnauda impulsa la construcción de una nueva escuela para el barrio de Algezares, a media distancia entre la escuela de Caramanchel y la del Ave María. Por último, y para remediar la provisionalidad de la «carbonera», Arnauda se dedicó a pedir donativos entre la población para poder construir unas escuelas unitarias, germen del actual colegio que lleva su nombre.

La figura de José Arnauda no es sólo recordada por sus iniciativas por la mejora de la enseñanza. Como consiliario de la delegación local de la ONCE, los invidentes alcoyanos siempre contaron con su auxilio personal y espiritual.

Finalmente, una vez consolidada su escuela de Caramanchel con la llegada de las Teresianas, Arnauda acometió su último proyecto para el barrio, la construcción de una parroquia propia. En agosto de 1954 comenzaron las obras del nuevo templo del Sagrado Corazón. Los vecinos trabajaron voluntariamente los domingos por la mañana para poner la iglesia en pie; algunos facilitaron hasta los vehículos para el acarreo de materiales y la piedra para los cimientos. Arnauda fue párroco de esta nueva parroquia hasta su muerte, acaecida en julio de 1961.

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