Tras ochos años de producciones de zarzuela a nivel profesional con éxito artístico y de público, la Asociación de Amigos de la Música Alcoy se planteó hace casi un año producir una ópera de repertorio, pero menos popular que otras italianas y francesas, como es «Pagliacci» (Payasos) de Ruggero Leoncavallo, compositor con el que en 1892 se inicia la escuela verista italiana junto a Pietro Mascagni y su «Cavalleria Rusticana», dando lugar a un nuevo estilo compositivo y dramático del que emergerían figuras como Umberto Giordano y sobretodo Giacomo Puccini.

La representación ofrecida el pasado viernes en un Teatre Calderón que agotó prácticamente las localidades, fue sencillamente magnífica, brillando especialmente las voces solistas y el coro: Amparo Navarro, una soprano de auténtico lujo que realizó una soberbia Nedda, uno de los roles más difíciles; Oscar Marín, tenor, interpretó un Canio convincente y de cierta altura dramática; Federico Gallar, uno de los grandes barítonos del momento, insuperable en el rol de Tonio; el barítono Arturo Pastor como Silvio, sacó adelante el papel pese a estar con un catarro; y finalmente Javier Agulló, tenor, como un buen Beppe; el Coro Amaltea de Valencia que dirige Marta Mármol, que encarnaron a los aldeanos y aldeanas de un pueblo imaginario italiano, tuvo gran notoriedad en todas sus dificilísimas intervenciones.

Buen trabajo del Coro Voces Blancas de Alcoy de Patricia Pérez y del Ballet Inma Cortés que tuvo en la «Pantomia» de la ópera «Las golondrinas» de Usandizaga, su momento más lucido con un brillante y vistoso planteamiento. Sorprendieron los acróbatas de Madrid, Sira Cuenca y Marco Cobelo, con unos ejercicios realmente espectaculares. Funcionó muy bien el foso con la St. Georges Symphony Orchesta Project dirigida por Francesc Estévez, orquesta auspiciada y residente de la temporada de la AAMA, consiguiendo momentos de gran musicalidad en una ópera que figura de entre las más bellas del siglo XIX.

Finalmente destacar la puesta en escena con decorados de David Sendra e iluminación del alcoyano Tony Soler, además de un vestuario, maquillaje y peluquería de extraordinaria vistosidad, consiguiéndose una eficiente dirección escénica y regiduría musical a cargo de J. Antonio Olcina y el pianista Juan Gadea respectivamente.

Al final casi quince minutos de aplausos, que colocan a esta producción operística entre las mejores vistas en Alcoy.