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La Torre de les Maçanes

Los mandos atribuyen las muertes a una reacción imprevista del incendio

Los abogados de las víctimas consideran que la tragedia no se habría producido si las brigadas comandadas por el sargento de bomberos y el coordinador de Tragsa no se hubiesen detenido a practicar un contrafuegos

Los mandos atribuyen las muertes a una reacción imprevista del incendio CAROLINA ESCALANTE

Los mandos del incendio registrado en los términos municipales de la Torre de les Maçanes, Penàguila y Benifallim, en que fallecieron un brigadista y un agente forestal incendio, declararon ayer en los juzgados de San Vicente del Raspeig que el suceso fue consecuencia de una reacción imprevista del fuego. Las acusaciones, en cambio, hablan de imprudencia, al considerar que el percance no se habría producido si las brigadas comandadas por el sargento de bomberos y el coordinador de Tragsa no se hubiesen detenido a practicar un contrafuegos.

La titular del Juzgado número 2 de San Vicente del Raspeig citó ayer a declarar como imputados por los posibles delitos de homicidio y lesiones imprudentes al jefe del puesto de mando avanzado e inspector jefe del Consorcio de Bomberos, Vicente Baeza; a un coordinador de Tragsa, Andrés Vicente Pastor; y a un sargento de bomberos, Juan Carlos Calles.

Los hechos que se investigan se remontan al 12 de agosto de 2012, cuando un gran incendio forestal acababa con la vida del brigadista Emilio Abargues Bataller y el agente forestal Ernesto Aparicio. En el suceso también resultaron heridos de diferente consideración seis miembros de las brigadas de emergencia.

Los mandos coincidieron ayer a la hora de argumentar que el accidente se produjo como consecuencia de una reacción imprevista de las llamas, cuando las brigadas comandadas por el sargento y el coordinador de Tragsa se detuvieron en la carretera que comunica los puertos de Benifallim y Tudons para practicar un contrafuegos. Fuentes de la defensa manifestaron que cuando se pararon en el lugar de los hechos las llamas se encontraban a 400 metros de distancia, y que de repente se produjo una «deflagración imprevisible» que las hizo avanzar a una velocidad de 116 metros por segundo.

También reconocieron que la decisión de detenerse en este punto y practicar el contrafuegos fue adoptada por los miembros del convoy, aunque sin precisar si fue una idea del sargento, del coordinador o de los dos a un tiempo. «Nadie vio peligro y la decisión se toma porque se cree que es un sitio seguro», indicaron.

Sin embargo, las acusaciones no son de la misma opinión. Según explicaron a este diario, en base a las declaraciones efectuadas ayer en sede judicial, el jefe del Consorcio de Bomberos mandó a estas brigadas a un cortafuegos situado 500 metros más allá del lugar en el que se produjo el suceso. En este sentido, destacan que el incidente no se habría producido si los que estaban al frente de estas brigadas no hubiesen decidido por su cuenta detenerse a practicar un contrafuegos, lo cual interpretan como una clara demostración de imprudenciaimprudencia. De hecho, remarcan que la maniobra no fue autorizada por el jefe del Consorcio.

Las mismas fuentes destacaron, además, que poco antes, en el mismo incendio, el coordinador de Tragsa ya habría intentado realizar otro contrafuegos «que salió mal».

Las comparecencias de los tres imputados, en su conjunto, se prolongaron por espacio de siete horas y media, y a su término declinaron hacer declaraciones. Hay que destacar, asimismo, que un grupo de bomberos acudió al juzgado para expresar su apoyo y respaldo al sargento.

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