La convocatoria tenía una motivación muy especial: la celebración del bicentenario de san Juan Bosco y, por ello, se optó por un montaje novedoso, recuperando a antiguos actores que en su infancia o adolescencia protagonizaron los papeles, de hecho, se dio la particularidad de que los «niños», los más jóvenes, se ocuparon esta vez de la tramoya. Bajo la batuta habitual de Jordi Ponsoda, un conglomerado increíble de personas de todas las edades sumaron sus esfuerzos para el buen fin: desde el grupo Tesalín y Tesalín Antiguos Alumnos, al propio colegio Salesiano San Vicente Ferrer, pasando por la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos y la Filà Alcodianos. Y el Ayuntamiento, podríamos decir en este caso, porque el alcalde Antonio Francés se sumó a las funciones, siendo reemplazado en la segunda por su «segundo» Manolo Gomicia, y también participó el edil de Fiestas Jordi Martínez.

El espectáculo fue muy inusual, con «angelitos» hechos y derechos y con barba, lo que también ocurría con los angelitos, y con pastoras más creciditas de lo habitual. No faltó el cruce de generaciones, más visible si cabe en el caso del decano, el pastor José Luis Córcoles Bordera, con hijos, nietos y al menos una biznieta, que representó al niño Jesús. Córcoles ha participado en la inmensa mayoría de funciones de este belén.

«Uno vino de Sudamérica para las funciones y la gente en general se sabía los papeles», explicaba ayer Miguel Segura Peidro, «heredero» de la tradición, en tanto también destacaba el «maravilloso ambiente» que se vivió después, en la cena en la sociedad.