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Las catedrales de la nieve

La provincia alberga un riquísimo patrimonio de neveros, de los que una decena han sido restaurados

Las catedrales de la nieve

La Comunidad Valenciana es el territorio que concentra una mayor riqueza patrimonial en materia de cavas o neveros, y la provincia de Alicante ocupa un lugar más que destacado con nada menos que un centenar de estas singulares construcciones que se levantaron entre los siglos XVI y XIX. Sin embargo, sólo una decena de estos monumentales testimonios del que en su momento fue el próspero comercio del hielo han sido restaurados, sufriendo el resto una paulatina degradación como consecuencia del abandono y el expolio. El contrapunto lo pone la Cava Gran de Agres, símbolo indiscutible de la Sierra de Mariola, que por fin va a ser rehabilitada por la Diputación.

Los neveros artificiales, a los que dependiendo de la zona y su tipología se les nombra también como cavas, pozos o ventisqueros, son conocidos desde tiempos de los romanos, si bien su gran desarrollo tuvo lugar entre los siglos XVI y XIX. La finalidad de estas construcciones era la de abastecer de hielo a las principales ciudades, sobre todo para la conservación de alimentos, así como para usos terapéuticos.

Se trataba de grandes pozos excavados en tierra y con paredes y techumbre bien de piedra o tejas, que se situaban en las montañas donde en invierno nevaba con cierta asiduidad. La nieve se recogía en primavera, después de las últimas nevadas. Los operarios la cortaban con palas y las llevaban a las cavas o neveros, donde la prensaban por capas separadas con paja hasta transformarla en hielo. Esta compactación disminuía el volumen ocupado y, al mismo tiempo, permitía la conservación durante más tiempo.

Ya con la llegada del verano, se cortaban bloques de hielo que eran transportados a lomos de caballos o burros e incluso a pie durante la noche para evitar que se derritieran, hasta los puertos o núcleos urbanos más próximos donde eran comercializados.

El comercio del hielo, como así se denominaba, alcanzó gran importancia en todo el Reino de Valencia y, por extensión, en la provincia de Alicante, hasta el punto de convertirse en uno de los territorios más consumidores de España.

Este hecho propició la construcción de numerosos neveros, cuyas concentraciones más destacadas se situaban en las sierras de Mariola y Aitana o el Carrascal de la Font Roja, si bien prácticamente hay testimonios de este tipo de construcciones en todas las comarcas con ciertos relieves montañosos.

Los principales clientes eran las ciudades de mayor tamaño, caso de Alicante o Alcoy, u otras cercanas de la provincia de Valencia, como Ontinyent o Gandia. Hay que destacar, en este sentido, que desde el puerto de Alicante se llegó a exportar hielo procedente de los neveros con destino a Ibiza y el Norte de África. Entonces se daban una serie de factores que favorecían el consumo, como las ciudades litorales con formas de vida refinadas, veranos calurosos y albuferas con enfermedades en cuya terapia intervenía el uso del frío. También el nacimiento de la industria heladera supuso un impulso para el comercio de la nieve ya en el siglo XIX.

Esta actividad llegó a tener una gran importancia a nivel económico. Baste como muestra, según consta en las crónicas de la época, que los días 5 y 6 de marzo de 1762 unas 1.000 personas y 700 caballos se esforzaban en el Carrascal de la Font Roja y el Menejador por recoger la nieve e introducirla en las cavas de la zona. El comercio empezó a decaer de forma progresiva hasta que a principios del siglo XX desapareció de manera definitiva con la invención de las máquinas frigoríficas y la aparición de las fábricas de hielo.

Toda esta intensa actividad durante cuatro largos siglos, en cualquier caso, dejó un riquísimo patrimonio en las montañas de la provincia en forma de neveros. Construcciones en muchos casos monumentales, que en su momento fueron erigidas por hombres de negocios o incluso por los propios ayuntamientos de los distintos municipios, con el objetivo de autoabastecerse.

En concreto, se contabilizan un centenar de cavas, pozos, neveros o ventisqueros de diferentes tipologías, algunos de los cuáles son espectaculares prodigios arquitectónicos, con arcadas y bóvedas que poco tienen que envidiar a las de algunas catedrales.

A lo largo de los años noventa y al inicio del nuevo siglo se han llevado a cabo algunas operaciones de restauración, bien a iniciativa municipal o privada, en municipios como Ibi, Vall d'Alcalà, Biar, Xixona, Castalla, Onil, Relleu o la Torre de les Maçanes. Sin embargo, la inmensa mayoría de los neveros están inmersos en una preocupante degradación, como consecuencia del expolio o el abandono, que los puede condenar a la desaparición.

Y todo ello, según explicaba el director del Museo Arqueológico de Alcoy y experto en la materia, Josep Maria Segura, a pesar de que en 1997 se modificó la ley de patrimonio para calificar estas construcciones como bienes de relevancia local, lo que obliga a su conservación. «Al menos -indica-, se valora más a nivel institucional, y eso es un paso adelante tras tanto tiempo de abandono y más en una zona como esta, que recoge una de las concentraciones de neveros más importantes del mundo mediterráneo, y también de unas características arquitectónicas más notables».

En este contexto, la Diputación ha anunciado que tras el verano iniciará la restauración y musealización de la Cava Gran de Agresiniciará la restauración y musealización de la Cava Gran de Agres, sin duda uno de los neveros más destacados de la provincia y símbolo indiscutible de la Sierra de Mariola. Tras los trabajos arqueológicos llevados a cabo en su momento, y después de que la licitación de las obras quedara paralizada el año pasado por falta de fondos, finalmente la institución provincial ha decidido invertir en esta actuación medio millón de euros. La actuación afectará a todos los elementos del nevero, aunque se ha descartado la restitución de la cubierta, dada la importancia que ha adquirido la imagen de los arcos que la sustentaban.

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