La aprobación del diseño femenino de la Filà Chano, materializada este fin de semana, ha marcado un hito en la historia de las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy, toda vez que implica que las veintiocho entidades que las configuran ya cuentan con traje diferenciado para hombres y mujeres. Esta decisión, aprobada por unanimidad en la asamblea de la citada filà, está pendiente de su ratificación por la Asociación de San Jorge, pero, de cualquier manera, supone concluir un proceso que prácticamente ha durado diez años.
La asamblea ordinaria de la Filà Chano incluía en su orden del día, según ha podido saber este diario, el estudio y votación del diseño del atuendo femenino de la entidad festera. Las informaciones recabadas han señalado que el asunto no llegó a ser votado ya que se aprobó por aclamación. El traje, según las fuentes consultadas, incorpora algunas modificaciones con respecto al masculino, pero respetando el estilo y los colores. De hecho, la Asociación de San Jorge había planteado los cambios, después de que tiempo atrás se hubiese descartado que el traje actual fuese el mismo para ambos sexos.
Ahora, el diseño elaborado por la filà incluye diferenciaciones y, una vez avalado formalmente, se remitirá a la Asociación de San Jorge, que lo estudiará y lo someterá a su vez a votación en la próxima asamblea de junio. Si se aprueba, podrá ser oficial y utilizado en las Fiestas de 2015. De hecho, en la celebración de 2014 se podrá estrenar el femenino de la Filà Marrakesch, ratificado hace un año por la máxima institución festera.
La decisión de la Filà Chano, de cualquier manera, trasciende el alcance interno, pues implica que las 28 entidades festeras ya tienen traje femenino. El proceso, a expensas del trámite formal citado, implica completar el diseño que la Asociación de San Jorge para las Fiestas efectuó hace una década y que provocó la aprobación el 18 de noviembre de 2004 de una nueva normativa, destinada a «integrar» a la mujer en el seno de las Fiestas de Moros y Cristianos.
Esta reglamentación, aprobada prácticamente por unanimidad por los distintos sectores festeros, oficializaba no sólo la dicotomía traje hombre/traje mujer, sino que impedía que las pocas féminas integradas en filaes como miembros de pleno derecho pudiesen hacer escuadra: la normativa se cambiaba para que todos sus miembros tuviesen que ser del mismo sexo. En suma, se vetaban las formaciones mixtas, con la única excepción de las «entraetes», que el Casal intentó incorporar, pero luego dio marcha atrás.
Esta normativa empezó a ser aplicada de inmediato por las filaes y poco a poco los diseños femeninos fueron aprobándose y utilizándose, cambiando de manera significativa la fisonomía de las calles de Alcoy durante los días de la Trilogía. Más o menos a regañadientes en algunos casos y de manera más consciente en otros, las filaes han acabado cerrando el proceso, de manera que las 28 ya tienen su atuendo particular para las mujeres.
Esta operación ha tenido sus detractores y polémicas, de los cuales el colectivo Fonèvol ha sido habitualmente el portavoz. La crítica más habitual ha sido que en la mayoría de los caso han sido los «hombres» quienes han decidido qué traje deberían portar las mujeres; en otros, no obstante, se ha dado participación a las féminas para que aportaran ideas o diseños. También se cuestiona la «falta de derechos».
