Los especialistas que están llevando a cabo el análisis de los restos humanos de una de las criptas de la ermita de La Sang, en Castalla, han determinado que datan del siglo XVII. Los trabajos se han centrado en uno de los cuerpos que estaba completo y en seis cráneos. El primero, asimismo, se encontraba parcialmente momificado y se trata de un hombre que cuando falleció tenía una avanzada edad y medía 1,72 metros, según reza en el correspondiente informe.

Tal y como adelantó este diario, el pasado mes de febrero se puso en marcha un proyecto que busca contribuir a la recuperación social de la ermita de La Sang de Castalla, así como conocer de qué época datan los restos humanos hallados en una de sus criptas.

Se trata de una iniciativa que está codirigiendo el técnico de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, Juan Antonio Mira Rico, y el catedrático en Prehistoria de la Universidad de Alicante, Mauro Hernández Pérez, y financiada por la Diputación de Alicante, a través del Instituto de Cultura Juan Gil Albert.

Por un lado, la profesora de la universidad de Valencia, Carmen Alfaro, ha estudiado los restos de un gorro, y el cordón de sujeción que envolvía uno de los cráneos. La prenda, según el informe, fue "elaborada con lino", un material que se viene utilizando "desde muy antiguo en los procesos textiles". El técnico municipal, en este sentido, ha explicado que es una "pieza típica de la vestimenta femenina de la Europa Renacentista" y que se utilizó hasta prácticamente el siglo XIX.

María Paz de Miguel Ibáñez, colaboradora honorífica del departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de Alicante, ha realizado el primer estudio osteoarqueológico de los restos humanos.

Según ha podido saber este diario, en esta primera fase los trabajos se han centrado en el análisis de uno de los cuerpos completos, el cual se encontraba parcialmente momificado, aspecto que achacan a las condiciones ambientales de falta de oxígeno y ventilación, entre otras no menos destacadas.

Tras el estudio, la especialista ha concluido que se trata de un hombre de 72 años y de 1,72 metros aproximadamente y el análisis radiocarbónico, a su vez, ha permitido determinar que falleció entre 1610 y 1650.

Al cuerpo le faltaba la mandíbula y, a pesar de que la conservación de tejido -piel, tendones y musculatura- impide ver parte de los huesos, ha sido posible detectar que padecía una artrosis incipiente, así como en el maxilar se ha observado la pérdida total de los dientes. Por otro lado, el tabique nasal estaba ligeramente desviado y posee calcificación del tiroides y el cricoides.

Estudio de los cráneos

De los seis cráneos, la especialista sólo conoce con seguridad el sexo de dos de ellos, correspondientes a un hombre y a una mujer. Entre las diferentes averiguaciones destaca que padecían patologías dentales comunes como edentación, sarro, caries, pérdidas anteriores a la muerte y osteítis, entre otras.

Una exploración en busca del pasado

La razón que ha motivado a este grupo de expertos a investigar los restos humanos que fueron hallados en la ermita de La Sang durante su rehabilitación en la década de los sesenta es conocer un poco más a sus antepasados. El templo se construyó en el siglo XIV y hasta 1571 fue la iglesia parroquial de la población. Allí hay varias criptas en las que se sepultó a gente hasta el siglo XIX, cuando por razones de salubridad se obligó a hacerlo en zonas exteriores. A pesar de contar con toda esta información, la población quiere conocer cómo eran sus antepasados, qué enfermedades padecía y, si es posible, sus costumbres. Por ello, desde el área de Patrimonio se ha puesto en marcha este proyecto. c. s.