La Ermita de la Sang de Castalla se construyó en el siglo XIV y fue hasta 1571 la iglesia parroquial de la población. Durante las obras de rehabilitación que se desarrollaron en la década de los sesenta en su interior se localizaron enterramientos, de los cuales, hasta la fecha, pocos datos se conocen.

A principios de este mes, sin embargo, se inició un proyecto que está siendo codirigido por el técnico municipal de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Castalla, Juan Antonio Mira Rico, y Mauro Hernández Pérez, catedrático en Prehistoria de la Universidad de Alicante, con el que se pretende contribuir a la recuperación social del templo, estudiando su patrimonio, a la vez que conocer de qué época datan los restos hallados.

Dicho estudio de la Ermita de la Sang de Castalla, asimismo, se está llevando a cabo gracias a una subvención que la Diputación de Alicante, a través del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, le concedió al técnico municipal el año pasado.

El establecimiento de las fases constructivas del templo -proceso en el que está colaborando el arquitecto Màrius Bevià i Garcia- la búsqueda y recopilación de referencias documentales sobre la ermita en diferentes archivos y la documentación y secuenciación de las intervenciones que allí se han producido a lo largo del tiempo engloban las principales vías de estudio.

Por otro lado, Carmen Alfaro Giner, profesora de la Universidad de Valencia, se está encargando de analizar los restos de tejidos que envuelven a los difuntos, mientras que la experta María Paz de Miguel Ibáñez, colaboradora honorífica en el departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua de la Universidad de Alicante, está desarrollando un estudio osteorarqueológico de los restos humanos.

Sin embargo, Juan Antonio Mira ha especificado que la primera fase de los trabajos "se centra en el análisis de uno de los cuerpos y de seis cráneos". Entre las curiosidades que se pretenden desvelar se contempla la época a la que pertenecen, las enfermedades que sufrieron o cuál era su dieta, entre otras cuestiones.

El técnico municipal, asimismo, ha explicado que se baraja la "hipótesis de que la datación se encuentre entre los siglos XIV y XVI", puesto que durante ese período la ermita fue la iglesia parroquial de Castalla, lo cual les lleva a plantearse que allí "no se inhumasen cuerpos posteriormente". No obstante, para conocer con seguridad la datación se ha realizado la prueba del radiocarbono al cuerpo completo.

Como curiosidad, Mira ha señalado que "por razones de salubridad" en el siglo XIX dejaron de sepultar dentro de los templos y se obligó a hacerlo en zonas exteriores.

Con todo, ahora habrá que esperar a que este grupo de expertos disponga de los resultados de los análisis para que los "castelluts" puedan conocer más detalles acerca de sus antepasados. El técnico municipal, en este sentido, calcula que para junio ya "podremos conocer más datos".