La investigación se ha llevado a cabo después de que, tal y como informó en su momento este diario, se observara hace algo más de un año un primer ejemplar de pelaje negro. El hallazgo se produjo de forma casual dentro de un proyecto desarrollado por el investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente, Antonio Belda, del Instituto Ramón Margalef de la UA, para estudiar los mamíferos carnívoros de Mariola. Consistió en dividir la zona, de 17.400 hectáreas, en 64 cuadrículas virtuales en cada una de las cuales se situaron un par de cámaras fotográficas de fototrampeo sensibles al movimiento. Una de las imágenes mostró sorpresivamente un ejemplar de pelaje totalmente negro. A día de hoy ya son ocho los zorros de estas características localizados.

A partir de ahí, el propio Belda, junto al genético molecular y bioinformático Eduardo Larriba, del Departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada del mismo instituto universitario, han desarrollado una investigación que ha servido para comprobar que la población de zorros negros, la única con pelaje de estas características encontrada en España, se localiza en la zona de protección integral de Mariola, la de mayor calidad ambiental. A diferencia de éstos, los de coloración normal viven en el resto del parque natural, incluso en ámbitos rurales urbanizados.

En esta investigación los científicos colocaron trampas de pelo, es decir, alambres con los que el animal ha de rozarse necesariamente para conseguir cebos, para los que se han empleado sardinas en aceite, almendras y carroña. Una vez obtenido este material, se procedió a su estudio molecular en laboratorio para comparar la estructura genética de los ejemplares negros y los rojos.

Según la información facilitada, las conclusiones son que ni constituyen una especie distinta ni siquiera otra raza, sólo una variedad. Estudiando en el ADN mitocondral un gen asociado al color del pelaje, una secuencia de unas 400 de sus pares de bases, sólo encontraron una diferencia concreta en una única de esas bases.

El origen de este cambio responde, según estiman los investigadores, a una mutación de origen espontáneo, ya que la pureza ambiental del área de protección integral de Mariola descarta las provocadas artificialmente, por ejemplo por residuos tóxicos.

En este sentido, confían en llevar a cabo en el futuro un proyecto que permita ampliar el estudio para detallar las diferencias en el genoma de individuos de ambas poblaciones.

Cabe resaltar que las conclusiones de la investigación, llevada a cabo dentro del programa de la Generalitat para grupos de investigadores emergentes y que ha contado con ayuda del Instituto Juan Gil Albert, han sido presentadas en un reciente congreso nacional.