La mayor actuación pública ejecutada en el casco urbano de Alcoy tenía como finalidad contribuir a "integrar" el cauce del río en la propia ciudad, pero también asegurarla ante los riesgos fluviales; por ello, buena parte de los 29 millones que invirtió Medio Ambiente fueron a parar a la consolidación de las laderas. No hay que olvidar que este proyecto se empezó a gestar en 1988, pero en realidad sus orígenes se remontan a la gota fría de 1986, que tuvo efectos perniciosos para la ciudad.

Si la parte de seguridad ha resultado conforme a lo previsto, la lúdica no ha cumplido sus objetivos, al menos en parte. El gobierno del PP planteó un ambicioso programa de accesos, que incluía dos ascensores: uno en Cervantes y otro en el puente de San Jorge. Ambas infraestructuras deberían facilitar la utilización de este amplio espacio público.

Sin embargo, no sólo los ascensores no llegaron a construirse, sino que algunos accesos quedaron inacabados. Así, se tendría que haber podido bajar por La Caldera del Gas, en Cervantes, pero esta entrada nunca llegó a formalizarse; lo mismo ocurre con la calle Santa Lucía, donde se construyó una escalera que ha quedado sin terminar. Aparte, hay que recordar que la Confederación Hidrográfica del Júcar gestiona desde 2006 la ampliación del saneamiento del cauce hasta el puente de Cadiseño, con un coste de 5,8 millones, pero el proyecto no avanza.