Las Fiestas de Moros y Cristianos de Castalla en honor a la Virgen de la Soledad, patrona del municipio, alcanzaron ayer el ecuador. Entre estruendos y lluvia el municipio de la Foia vivió una de las jornadas más ajetreadas en cuanto a número de actos.

El repique de campanas abrió ayer un nuevo día para los habitantes de Castalla, que desde el miércoles por la noche están de fiesta. Las principales calles del municipio estuvieron repletas tanto de festeros como de curiosos y visitantes que se acercaron para contemplar una jornada más de celebraciones, a pesar de que el cielo se encapotó y empezó a llover.

Los actos de la mañana se pudieron desarrollar con total normalidad y, a eso de las 12 del mediodía, las tropas cristianas dieron comienzo a la batalla desde la Iglesia, mientras, desde el Convento, los moros avanzaron al son de los arcabuces para, finalmente, ambos bandos encontrarse en la plaza Mayor.

Llegados a este punto, los festeros abandonaron sus armas y se reunieron alrededor de la plaza, dejando en el centro el suficiente espacio para que los miembros de las capitanías de este años disfrutasen al máximo de la tradicional Ballada de Banderes entre el humo y el olor a pólvora que quedó en el ambiente.

La Escuadra L'arpó en representación dels Mariners, la Familia Leal-Sempere a cargo de la comparsa Maseros, la Familia Luna-Juan del bando de los Piratas y la Familia Espinosa-Berenguer representando als Cristians; junto las escuadras L'Almeixa y Sherezade y la Familia Gandía-Torres ostentando, respectivamente, las capitanías de los Moros Grocs, Moros Vells y Mudéjares, hicieron volar las banderas, aunque en esta ocasión más rápido de lo normal, como consecuencia de la intensa lluvia.

Las inclemencias del tiempo llevaron a la Agrupación de Comparsas a determinar el retraso de los actos de la tarde, los cuales estaban previstos que empezasen a las 17 horas. Casi una hora y media después, los festeros lucharon en una acalorada guerrilla entre comparsas que concluyó en la plaza Mayor, donde ante la Casa del Festero cristianos y moros comenzaron el tradicional parlamento, l'Ambaixada del Moro, perdiendo, finalmente, los cristianos sus posesiones.

La Procesión del Passeig, con el acompañamiento de los festeros a la patrona puso el punto y seguido a un día intenso, a la par que divertido, y marcado por la lluvia, en el que dispararon sus arcabuces alrededor de 200 festeros y se prendieron unos 200 kilos de pólvora, según apuntó el presidente de la Agrupación de Comparsas, José Emilio Cerdá.