Gerardus David Story enseñaba con orgullo sus manos estriadas; no era por la edad, sino por los mordiscos de las ratas que cazaba en los canales de Amsterdam, a finales de 1944 y principios de 1945. Desde que los nazis invadieron la ciudad en la que nació y dio sus primeros pasos -tenía 12 años cuando la ocupación- se convirtió automáticamente en adulto, y con una misión muy concreta: conseguir alimentos para los judíos que estaban escondidos en las casas, en un intento, la mayor parte de las veces infructuoso, de escapar de las terribles garras de las SS.

Así vivió Story seis años, cazando perros y gatos y, cuando se acabaron, gaviotas y ratas para que los escondidos pudieran subsistir. En sus memorias, bajo el sugestivo título de "Yo burlé al Tercer Reich", Story relata una operación prácticamente militar, digna de haber formado parte de alguna película sobre la Segunda Guerra Mundial, con la que él y sus compinches lograron hacerse amigos del enorme pastor alemán de un comandante nazi... que luego sirvió para alimentar a mucha gente. El relato de cómo destinaron valiosísimos pedazos de carne para que el perrazo se acercara, es estremecedor aún leído muchos años después. Por cierto, casi al final de la ocupación, los nazis entraron en la casa a la que se destinó el perro y ametrallaron las paredes. La mayoría de las personas murieron.

Story escribió en los años ochenta un compendio de sus memorias de esta época, y de sus vicisitudes posteriores, que le llevaron a trabajar como ingeniero civil en la Base de Aitana a partir de 1960 y a establecerse en Alcoy. Su relato implica el punto de vista del judío "libre" en una ciudad nazi y curiosamente, es complementario del famosísimo de Ana Frank, que esboza la realidad de los que vivían encerrados. Ana Frank y Gerardus Story fueron compañeros de clase, como evidencia una fotografía de grupo que el alcoyano tenía colgada en su domicilio.

Otra imagen siniestra que guarda es la de su familia, integrada por 70 miembros, todos judíos, y de los cuales 68 fueron víctimas del holocausto. Junto a Gerardus, sobrevivió una prima que había pasado por campos de "solaz" de oficiales nazis y más tarde, por otros de "experimentación". "Nunca recuperó la razón del todo", declaró Story a este diario, en una entrevista concedida en mayo de 1988.

Acabada la Guerra, Story fue víctima de un impulso de libertad que le llevó a trabajar como lavaplatos en un barco y a recorrer mundo; acabó en Estados Unidos y más tarde, en 1960, como ingeniero civil en la Base Aitana, lo que le llevó con el tiempo a residir en Alcoy. En esta ciudad, aquel año, descubrió lo que fue para él una maravilla: las Fiestas de Moros y Cristianos. "Había visto mil celebraciones en todo el planeta, pero puedo afirmar que en ningún lugar hay otra igual", declaró en su momento.

Pensando así, sólo fue cuestión de tiempo que acabara formando parte de la Filà Judíos, cuestión sobre la que solía bromear: "soy el único "judío" auténtico de la Filà Judíos". Tiempo después, protagonizó un hecho histórico, al convertirse en el primer extranjero que ha ejercido de cabo de escuadra en las Entradas de Moros y Cristianos de Alcoy. La fotografía que lo ilustra está en la Asociación de San Jorge y forma parte de sus fondos, algo de lo Story se sentía especialmente satisfecho.

Formó una familia en Alcoy, tenía cinco hijos en total, y acabó y publicó sus memorias -de lo que se tuvo que ocupar su esposa, María Luisa-, ya que había sido atacado por ese mal contemporáneo llamado Alzheimer, que limitó muchísimo sus actividades y acabó provocando su fallecimiento, el domingo. Esta mañana, a las diez, será el funeral en su memoria en la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día, de cuyo templo en Alcoy era uno de sus principales promotores.