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a Casa del Pavo fue promovida por el empresario Agustín Gisbert, suegro del conocido pintor Fernando Cabrera. Fue éste el que colaboró activamente con el arquitecto Vicente Pascual en el diseño del edificio, tarea en la que también estaría involucrado un segundo arquitecto: Timoteo Briet. El resultado fue un inmueble excepcional, que está considerado como uno de los ejemplos sobresalientes, sino el que más, del estilo modernista en el conjunto de la Comunidad Valenciana.

El arquitecto Rafael Silvestre, encargado de la restauración de la fachada hace ocho años, destaca que la casa evidencia el bienestar económico de Alcoy a principios del siglo pasado. "La industria de la ciudad, en aquella época, se encontraba en su máxima plenitud, y los empresarios podían construir inmuebles de este nivel. La corriente europea de la época en materia arquitectónica era el modernismo, también conocido como art decó, y Alcoy no perdió el tren".

La fachada de la Casa del Pavo es todo un espectáculo. Elaborada en base a tres tipos de piedra de tonalidades y texturas diferentes, resalta la rica decoración floral esculpida, la forja de sus miradores y balcones, los pomos de fundición -que representan a un enorme lagarto-, y el remate configurado por un mosaico de cristales coloreados. También destacan los pavos que rematan los dinteles de sus dos puertas, aves de las que toma el nombre el edificio. En lo que respecta al interior, el elemento más notable es la riqueza ornamental de la escalera principal, y la curiosa torre de estilo árabe del patio, donde tenía el estudio Fernando Cabrera. De hecho, en la casa se conservan varios de sus cuadros, así como algunos frescos.

La nieta del pintor, Elisa García, es a sus 80 años la propietaria del edificio, y la que ha tenido la iniciativa de colocar una pancarta recordando el centenario de la construcción. "Nací, he vivido y moriré en esta casa, de la que estoy muy orgullosa", asegura.