Tres años soportando la ocupación de un edificio completo por parte de medio centenar de personas, lo que ha derivado en un problema de seguridad y de salud pública. Los vecinos de la calle Vicario Samuel Riquelme viven desde 2015 una «pesadilla» por la ocupación de una promoción de viviendas en el número 20 de este vial y que hace esquina con la calle Fray Juan Tensa, en pleno centro de El Campello, en la zona de la Casa de Cultura.

La acumulación de basuras en el edificio, que ha acabado en manos de la Sareb, el denominado «banco malo» que se quedó con los activos inmobiliarios tóxicos, por impagos de la promotora y otros dueños, es «brutal», según denuncian los vecinos. Y el Consistorio confirma que existe un problema de salud públicaproblema de salud pública por el que ha abierto un expediente y se ha dirigido a la propiedad para que desescombre el edificio, además de existir un proceso judicial de la entidad financiera para expulsar a los okupas.

Los más afectados por esta presencia son la veintena de vecinos del número 22 de la calle Samuel Riquelme, colindante con el edificio ocupado, aunque las molestias e inseguridad la sufren también otros inmuebles de este vial y comercios de la zona. En el edificio se produjo recientemente una redada antidroga por parte de la Guardia Civil, en la que se comprobó la acumulación extrema de basuras en el interior, no solo en balcones, terrazas o incluso la piscina, que más bien parece el vaso de un vertedero o un contenedor de basuras.

Los residentes, que han advertido por escrito al Ayuntamiento de esta situación, alertan de que los okupas «se reúnen en grupos más o menos grandes en las aceras, gritando, cantando y escuchando y tocando música a todas horas; tiran basura en cualquier sitio, a veces directamente desde su balcón; se dedican a actividades delictivas como el robo, la venta de drogas, etcétera; los niños hacen pintadas y daños a los edificios vecinos, rayan los coches aparcados cerca, insultan a los vecinos, tocan los timbres a todas horas, se mean en los portales y garajes, y los más pequeños juegan en mitad de la carretera, a veces de noche, siendo un milagro que ninguno haya muerto».

Los residentes, a través de la comunidad de propietarios, denuncian que los okupas viven «en un edificio que está en unas condiciones deplorables, aunque sea culpa suya, ya que arrancaron cables, telefonillos, buzones, barandillas y hasta algunas persianas y ventanas. Muchos vecinos viven atemorizados y no se atreven a denunciarles por temor a represalias. La mayoría ya no podemos disfrutar de nuestros balcones ni a veces abrir las ventanas a causa del ruido, de los olores y de la suciedad. Algunas personas mayores tienen miedo de salir a la calle de tarde-noche ya que tendrían que enfrentarse a un grupo de jóvenes que ocupa toda la acera».

Y a todo esto se suma que «desde hace unos meses tenemos un grave problema de salud pública, ya que las ratas han invadido los edificios colindantes, con el riesgo que conlleva que se coman los cables eléctricos. Hemos informado al Ayuntamiento y a la Policía Local de los problemas, varias veces, a nivel personal y a través del administrador de fincas, y les mandamos fotos. Todo el mundo sabe lo que pasa aquí, pero nadie hace nada para echar a esta gente e impedir que vuelva, y devolver la paz a nuestro barrio».

Por su parte el alcalde, Benjamí Soler (Compromís), confirmó que el Ayuntamiento ha abierto hace tres meses un expediente por un problema de salud pública y ha requerido a la Sareb que proceda a la limpieza del inmueble dada la situación de grave insalubridad que ha generado. De igual forma la Policía Local y Guardia Civil están al tanto de la inseguridad que padece esta zona.