De la mano de su alcalde más longevo de la democracia, El Campello experimentó cambios de calado que lo transformaron, destacando la renovación de la fachada marítima de sus dos principales playas. El popular Juan Ramón Varó (La Vila Joiosa, 1946) cogió las riendas de un pueblo en 1995 casi sin proponérselo, y lo convirtió en una ciudad, llevándolo a la modernidad del siglo XXI y consolidándolo como un destino turístico de primer orden.

Bajo sus 14 años de mandato, la localidad costera ha visto como se renovaba el paseo marítimo de Muchavista, buque insignia de su oferta turística, al mismo tiempo que el viejo Trenet daba paso al moderno TRAM en 2003 y se reordenaba el tráfico en esta privilegiada zona. Y también como «nacía» su otra gran playa con la regeneración del Carrerlamar en 2002, que pasó de ser de piedras a un cotizado arenal. Además, «unió» este tradicional barrio pesquero, ahora envidiada zona turística, con el casco urbano con el desarrollo del sector del Barranquet, donde se levantó el Parque Municipal, un puente y varios edificios de viviendas. Y reurbanizó en 2008 la principal arteria comercial del Carrerlamar, la calle San Bartolomé, donde además se construyó un parking de 500 plazas. Otras obras relevantes fueron el retén de la Policía Local o el Centro Social, además de la piscina cubierta, que se empezó a levantar bajo su mandato en 2010 pero que aún no se ha inaugurado.

Varó primero gobernó entre 1995 y 2003, y a finales de 2004 recuperó la Alcaldía con una polémica moción de censura, alargando su mandato hasta 2011, cuando tras una fractura interna dentro del PP campellero finalmente le llevó a renunciar a liderar las que hubieran sido sus quintas elecciones municipales como cabeza de lista, dando el testigo a Juanjo Berenguer y quedando como número dos. Entre 2011 y 2015 siguió como edil, aunque centrado en su labor en la Diputación, donde tuvo que dejar en 2015 sus competencias al ser procesado por prevaricación, aceptando en 2016 una inhabilitación de 4 años y medio. El motivo fue que en 2008 adjudicó varios contratos por 160.000 euros de forma irregular, para evitar que el pueblo se quedará sin alumbrado y pirotecnia en fiestas, según alegó. Este fue, junto con la fractura del grupo municipal y la polémica instalación del vertedero de Les Canyades en 2009, su gran lunar en la dilatada carrera de un político que empezó en el negocio familiar de panadero, gestionándolo tras estudiar administración de empresas, y que en 1987 entró en el CDS.

En 1994, tras desaparecer esta formación, entró en el PP como presidente, y solo un año después ganaba sus primeras elecciones, acabando con una hegemonía socialista de 12 años. Y supo navegar en las procelosas aguas del zaplanismo y el campismo, logrando que se llevaran a cabo millonarias inversiones en su querido pueblo.

Míticos fueron sus enfrentamientos con su cuñada y acérrima rival política, Marita Carratalá, también panadera, quien accedió a la Alcaldía en 2003 con el PSOE gracias a un pacto con Bloc y EU, pero que Varó desalojó en 2004 con la moción de censura, gracias al tránsfuga del Bloc Vicente Rubio, con un trasfondo urbanístico que nunca se llegó a culminar, quizá por el pinchazo años después de la burbuja inmobiliaria. Además, dejó la Alcaldía con la aprobación del PGOU en 2011, un documento finalmente anulado en 2016 por el Supremo.

Varó, político de trato recio, de pocas palabras y discreto, fue capitán moro, y sobre todo ejerció de abuelo y padre de sus dos nietos.