De su pasión ha hecho una forma de vida que le lleva a colgarse y descolgarse de impresionantes paredes en la otra parte del mundo cuando no está trabajando como sargento de bomberos de la Diputación. Y todo ello para ayudar a la ciencia y a desarrollar el conocimiento con nuevos descubrimientos. Iñaki Mentxakatorre es vasco, pero vive desde hace años en San Vicente del Raspeig, y junto a otros aventureros como él: fisios, enfermeros, topógrafos, otros bomberos de toda España crearon en 2001 el proyecto Ukhupacha, para contribuir con sus conocimientos de montaña, escalada, espeleología y barranquismo a dar visibilidad a lugares ocultos a los que no ha llegado nadie. Y lo hacen desinteresadamente. Abren el camino a expediciones científicas de antropólogos, arqueólogos, biólogos, historiadores a los que primero deben entrenar para luego conducir por las montañas hasta lugares perdidos e inexpugnables. Aunque a veces se encuentran con la desagradable sorpresa de que , a pesar de la dificultad para acceder, también han llegado los saqueadores o, en lengua quechua, los huaqueros.
Saben que con su trabajo contribuyen al desarrollo científico. Han realizado gran parte de sus acciones en arqueología vertical en Perú. Cuentan con el respaldo de universidades, fundaciones, empresas e instituciones públicas. Y entre ellos, tienen acuerdos con los ministerios de Cultura, de Turismo y tres universidades peruanas. Y desde el principio con la Universidad Jaime I de Castellón.
Su última expedición ha sido al yacimiento de La Joya, en Leimebamba, donde han acompañado a científicos de la Universidad Central de Florida. En sus expediciones, muchas de las piezas que encuentran se trasladan hasta museos del país si sospechan que pueden llegar saqueadores para expoliarlas. «Si podemos los dejamos, porque son piezas sagradas», dice, y otras como las pinturas rupestres de La Joya, se calcan para reproducirlas fielmente. Una de esas exploraciones les llevó a la necrópolis de los Sacha Puyas o Pueblo de las Nubes, anteriores a los Mayas. Han llegado a enterramientos en la pared de la montaña donde encontraron momias dispuestas en posición fetal, algunas metidas en vasijas, y muchos de los restos los han trasladado al museo de Chachapoyas. También ha descubierto una ciudadela abandonada en mitad de la selva, Qarac Ñan. «Sin estas técnicas es imposible acceder», reconoce Mentxakatorre. Lo que hacen no es nada fácil. De hecho, no todos los científicos están preparados para dejarse guiar entre montañas y escalando paredes. La última vez, de los 10 investigadores de la Universidad que iba a iniciar la expedición sólo cuatro fueron capaces de iniciarla tras el periodo de formación. La satisfacción es que «llevamos a los científicos donde nunca antes habían llegado», explica Mentxakatorre. Cuando regresan recogen todos los arneses y tapan los agujeros hechos para que el impacto sea el menor.
Cuenta que Perú tiene grandes yacimientos, poblados y ciudades antiguas aún por descubrir. Su primera expedición en 2001 tuvo el apoyo del Ministerio de Cultura y la Universidad de Castellón. Hicieron un curso formativo para los conservadores de Machu Pichu, sobre todo para que aprendan a rescatar a personas, porque se dan muchos accidentes y muchos por culpa de los selfies, cuenta. Allí además han logrado encontrar cuatro nuevos caminos para llegar al antiguo y turistizado poblado andino. El único que se conocía y que se usa hoy se debe al explorador americano que inspiró el personaje de Indiana Jones, Hiram Bingham. Y como este aventurero, Iñaki y sus compañeros se han enamorado de la cultura maya y todo lo que la rodea. Su colaboración pasa también por otras ayudas. En el próximo viaje, el bombero llevará a sus colegas de Salvaguache equipos de intervención contra incendios donados por el Consorcio.
