Antón Lorenzo Striuk nació a las ocho menos cuarto de la tarde del 21 de diciembre en una peculiar natividad que sus padres jamás olvidarán. Si un nacimiento es difícil de borrar de la memoria, el de Antón mucho menos por el tremendo susto que les dio a sus padres. El pequeño, de nombre ruso en honor a su madre, decidió que era el momento de nacer y ella no pudo más que ayudarle a venir al mundo en la cocina de su casa.

El niño es el segundo hijo del concejal de Deportes y flamante portavoz socialista del Ayuntamiento de San Vicente, José Luis Lorenzo, y de su mujer Eugenia Striuk, cuya primogénita, que se llama Victoria, conoció a su hermano minutos después de nacer en casa.

José Luis atribuye a la fortaleza de su mujer el hecho de que aguantara los dolores de las contracciones en la vivienda. Y cuando dio la alarma para ir al hospital ya era tarde. «Estaba preparando un vino de honor para un partido y me llamó. Estaba relajada, pero cuando llegué a casa las contracciones eran fuertes. Cuando estábamos a punto de salir rompió aguas», narra el padre. Todo se precipitó porque, aunque pensaban que aún tendrían media hora de margen, Antón quería nacer. «Eugenia tenía ganas de empujar, se bajo las mallas y ya tenía la cabeza del bebé fuera. Y al momento con la otra mano agarró el cuerpo entero que ya había salido. Y yo con el móvil llamando al 112», explica José Luis, quien con los nervios también pidió ayuda a Pachi Pascual, médico de Atención Primaria y compañero y rival político, concejal del PP en el Ayuntamiento de San Vicente, y a un amigo enfermero, Fernando Riera, director de Enfermería de Atención Primaria. «Llamé a todo el mundo», contaba el padre del bebé.

La pareja vivió momentos de tensión durante los diez minutos que el Samu tardó en llegar porque el bebé no lloraba y apenas se movía. «Nos pusimos a llorar nosotros porque pensábamos que algo no iba bien», cuenta Lorenzo, quien se llena de elogios para la actuación de los facultativos del Samu que hicieron la primera atención, cortaron el cordón y fue cuando el bebé rompió a llorar. «Ahí respiramos de alivio», reconoce. Recomendaron a la madre meterse en la cama para entrar en calor antes de ir al hospital. Y fue allí, en la habitación, donde Victoria conoció a su hermano. Los facultativos se hicieron luego una foto con el bebé, porque decían que era el servicio más bonito que habían hecho», cuenta Lorenzo, quien grabó la intervención porque, aseguraba, «esto es para toda la vida».

Se armó mucho revuelo y los vecinos descubrieron que en casa de los Lorenzo-Striuk la Navidad llegaba adelantada y se llama Antón.