De ritos y mitos; personas y personajes y también leyendas de Aigües habló ayer a vecinos y amigos el director de INFORMACIÓN, Toni Cabot, responsable de inaugurar con el pregón las fiestas patronales y de Moros y Cristianos de su localidad natal. El periodista aigüero que mantiene intactos los lazos afectivos y familiares en la localidad, quiso rendir un homenaje a personas y personajes «imborrables en mi memoria», algunos anónimos y olvidados, que marcaron su vida y a los que tributó un recuerdo para, de esa forma, trazar la historia del municipio, de sus calles y leyendas.

Era una noche especial, porque, como confesó «no todos los días uno es pregonero en su tierra y, como diría el poeta, mi infancia son recuerdos de este pueblo, recuerdos de estas calles, y de esta plaza», la plaza de la Iglesia donde numerosos vecinos y amigos se dieron cita para escucharle.

Cabot se reconoció extraño por utilizar el castellano «por cortesía y respeto a quienes no conocen nuestra lengua, el valenciano» y que se acercaron a escuchar su pregón.

«Por estas calles crecí y aprendí a vivir, entre buena gente que acumulaba antepasados en un puñado de casas que recuerdo con la puerta abierta o la llave en la cerradura», rememoraba el pregonero, quien señalaba desde la atalaya del corazón de Aigües donde pronunciaba el discurso que «nací a escasos metros de aquí, en el número 11 de la calle Mayor», gracias al buen hacer del abuelo materno Juan, practicante del pueblo. Una plaza donde dio los primeros pasos «mimado por María Arnau y Vicente, seres extraordinarios que marcaron e impregnaron de cariño mi infancia».

El pregonero de las fiestas trazó en su emotivo discurso, recuerdos de infancia y juventud, reflejo de una época feliz. Y habló de su orgullo por Aigües y sus hitos como «un castillo tan noble como el de la Torre, de un palacio tan señorial como La Torreta o de un Balneario tan ilustre como el de Els Banys».

Sin obviar sentimientos encontrados al confesar que «se me cae el alma a los pies al ver el estado del Balneari, un trozo de paraíso que nació como hotel de lujo» y que muchos vecinos lo admiraron en los años sesenta «convertido en un vergel gracias a los cuidados y mimos de Paco Ramos, jardinero eterno y guardián de un edificio emblemático que ahora se muere de pena», lamentó.

La noche acompañaba las palabras del pregonero, emocionado entre paisanos, muchos que le han visto dar sus primeros pasos y crecer entre sus calles, y amigos que conocieron una parte del pasado que construyó al hombre que es hoy.

Su primer recuerdo fue para el Peó, un hombre que vivía como un ermitaño que le habló cuando apenas tenía diez años de Pasionaria y Santiago Carrillo. Aquel cuyo nombre nadie conoció porque se le llamaba por el oficio que desempeñó «mientras tuvo fuerzas», peón caminero, le abrió los ojos a una realidad política que cambiaba. Siguiendo imaginariamente los pasos del Peó desde la cuesta de El Collao llegó hasta la plaza donde estaba el bar regentado primero por su abuela Frasquita y luego por su tía Enriqueta y donde «el recuerdo de la guerra fratricida» siempre estuvo presente.

La imagen de Enriquet el Coixo se hizo presente después para rememorar su inteligencia y fina forma de calar a las personas. La imagen de Pepe el Teixidor llegó después con su porte flaco y encorvado, acodado en el bar de Pepito. Y a continuación llegó el Coixo de Villapalma, quien descubrió al pregonero la pasión por el fútbol. El anuncio a toque de corneta de los bandos a cargo de Toni el Tramuser volvía a hacerse presente en la plaza de la Iglesia; y el recuerdo de Adolfet, quien a pesar de su dura vida, destacaba por su bonhomía.

El pregón acabó con una confesión. La verdad de una leyenda arraigada en Aigües iba a ser desvelada y a modificar el mito instalado desde hace un siglo en el municipio. La historia de un icono arbóreo, el monumental pino Manolo que se yergue «noble y majestuoso» a la entrada del pueblo y que según la leyenda plantó Manolo Cabot, abuelo del pregonero. «Con esa orgullosa medalla en el imaginario transcurrió parte de mi infancia hasta que un día -y señaló a un banco de la plaza- sentado uno al lado del otro busqué la confirmación oficial con una pregunta directa: Abuelo, tu vas plantar el pi Manolo?». A lo que el el hombre respondió: «Jo no he plantat un pi en la meua vida».

Tras la confesión que arrancó más de una sonrisa y el fin de la glosa se efectuó la presentación de los cargos festeros con embajadores y estandartes, y se proclamó a las reinas mora y cristiana infantil, Laura Cortijo García y Daniela Ivorra Antón, y a la reina adulta, Inés Brotons Gómez. La Reina de Fiestas Patronales 2016, Louisa Whitehouse-Whelan, decía adiós y se coronaba a la Reina de Fiestas Patronales 2017, Miranda Cano Moll. Aigües ya está en fiestas.