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Polémicas campanadas en Sant Joan

Una vecina demuestra que las campanas de la parroquia alcanzan los 75'5 decibelios, 20 más de los permitidos por ley

María Teresa muestra las firmas de apoyo recogidas, ante los dos campanarios de la parroquia de Sant Joan. PILAR CORTÉS

El tesón demostrado por María Teresa durante los últimos dos años ha obtenido recompensa. Desde que estrenó, ilusionada, su nueva casa en el centro de Sant Joan, su salud se vio afectada por el elevado y constante repique de las campanas de la parroquia. Uno de los campanarios llama a las celebraciones litúrgicas, mientras que el otro marca las horas, las medias y los cuartos, del reloj que preside la céntrica Plaza de España. En total, María Teresa ha llegado a contar hasta 800 toques diarios, algunos fines de semana. Ella siempre denunció que se trataba de «una contaminación acústica que no es necesaria ni saludable, que me ha provocado problemas de insomnio y estrés».

Después de un largo periplo pidiendo que disminuyera el sonido de los toques de las campanas, y se eliminaran los cuartos, en el Ayuntamiento de Sant Joan y ante las autoridades eclesiásticas desde 2015, sin obtener resultado alguno, por fin, María Teresa consiguió que la Policía Local realizara la prueba de sonometría en su casa. La unidad policial hizo la medición a las 8.40 del pasado día 30 de enero, y el resultado respalda la denuncia de la vecina.

Superan los decibelios

Según el informe policial, «de las mediciones obtenidas se desprende la existencia de una contaminación acústica de 75,5 decibelios del ruido producido por las campanas de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, siendo 55 la limitación legal de emisión de decibelios en horario diurno, según lo descrito en el Decreto 266/2004, de 3 de diciembre, del Consell de la Generalitat, por el que se establecen normas de prevención y corrección de la contaminación acústica en relación con actividades, instalaciones, edificaciones, obras y servicios».

María Teresa no estaba sola en su reclamación. Ella presentó un escrito con 150 firmas de apoyo, recogidas entre los vecinos de Sant Joan, bajo el lema «Campanas sí, ruido no», por registro en el Ayuntamiento, el pasado noviembre. «Aunque eran muchos más los afectados, pero algunos no se atrevieron a firmar. Personas mayores, niños, vecinos que trabajan de noche y tienen que descansar durante el día, o como yo, que intento prepararme unas oposiciones, y trabajo a turnos. A pesar de las dobles ventanas que he instalado en toda la casa, es imposible encontrar un lugar para estudiar de forma tranquila».

La Iglesia reacciona

María Teresa ha encontrado un cambio de actitud, «positivo», en el párroco de San Juan Bautista, que se ha comprometido a reducir el sonido de las campanas, para ajustarse a la legislación vigente. Ella sólo espera, ahora, que «las palabras se conviertan en hechos, y se rectifique una situación que hemos estado padeciendo. La Iglesia ha hecho un primer ajuste, pero no es suficiente, hay que reducir volumen y repiques, y realizar una nueva medición para comprobar que ya no existe contaminación acústica». La afectada pide además, al Ayuntamiento de Sant Joan, que «reaccione, ya que hasta ahora hemos sido los vecinos quienes nos hemos movilizado, que realice un seguimiento del caso».

El párroco, Roque Jiménez, confirmó ayer que «la empresa especializada ya ha realizado una actuación, pero tienen que volver para disminuir el volumen de las campanas hasta los decibelios permitidos. Además, una vez hecho el ajuste, otra empresa medirá el sonido para comprobar que se cumple la normativa. El trabajo tiene su complicación, porque deben aflojar la maza que percute sobre la campana, para que el golpe sea más suave, y reducir así el sonido». El sacerdote destacó además que ya se ha dado un primer paso «importante, porque hemos reducido el horario, las campanas ya no suenan desde las 7.00 horas, ahora empiezan a las 8.00, y acaban a las 22.00, para adaptarlas al horario diurno».

Por otra parte, el concejal de Urbanismo y Medio Ambiente, Sergio Agueitos, (Compromís), aseguró que convocará una reunión entre las partes afectadas, para «llegar a un acuerdo, y que se concreten las necesidades, tanto de la parroquia para llamar al culto, y a otras celebraciones, como de la afectada. Y haremos una nueva prueba de sonometría, una vez aplicadas las medidas correctoras». María Teresa siente que ha ganado una primera batalla, pero asegura que no desistirá, hasta conseguir que se cumpla la ley.

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