De forma paralela a los asaltos que están sufriendo viviendas del extrarradio de San Vicente del Raspeig han surgido empresas que han aprovechado la situación para ofrecer sus servicios de protección y seguridad. Desde el primer momento en el que se produjeron robos en chalés, empresas que se dedican a la seguridad privada se han puesto en contacto con los vecinos para ofrecer sus servicios. En algunos casos los empleados visitan a los residentes en sus propias casas para ofrecer sus productos. Y estas visitas han llegado a generar momentos de tensión puesto que la psicosis de los robos llega al extremo de que muchos residentes ya no se fían de abrir la puerta de sus casas a nadie.
Aumento
En enero saltaba la alarma en la zona de Pino Holandeses-Boqueres donde hubo seis asaltos en la noche y la madrugada del 7 y 8 de enero. Ese fue el punto de partida de una situación de tensión que ha ido a más. Los vecinos se han organizado, tienen su propio grupo de mensajería para advertir cualquier movimiento extraño y han colocado en sus coches rótulos que les identifica como vecinos. Una residente reconoce que tras el robo a su vecino decidió instalar alarma en su casa. La básica, que cuenta con cámaras que vigilan a las entradas de la casa. Mientras que su vecino ha ampliado la alarma que tenía con cámaras que vigilan también la zona exterior de su vivienda.
El debate vecinal se ha abierto puesto que hay voces que sugieren contratar seguridad privada para proteger las zonas en las que viven y otras que se niegan alegando que es una responsabilidad de los poderes públicos velar por la seguridad vecinal.
Los representantes vecinales de las zonas más afectadas por los asaltos en los últimos meses reconocen que la instalación de los sistemas de protección en las casas se ha disparado desde que los robos se han intensificado.