Alguien dejó una pareja y ellos se han multiplicado como lo que son. Un solar de San Vicente del Raspeig se ha convertido en una atracción, sobre todo para los niños. El descampado se encuentra poblado por conejos y también han anidado allí gatos que campan a sus anchas. El solar se encuentra vallado y los conejos se mueven tranquilamente mientras por las tardes, sobre todo, niños y familias acuden a verlos y darles de comer. Como están acostumbrados a la presencia humana no se asustan y acuden a recibir el alimento. El solar está lleno de trozos de pan duro y de diferentes restos de comida que les llevan, así como de distintos recipientes con agua. Algo que actualmente está prohibido por la Ordenanza Municipal Reguladora de la Tenencia de Animales en el Entorno Humano de San Vicente que lo penaliza. Además, los animales se encuentran en estado salvaje sin vacunación ni control sanitario.

No multar por alimentar

La Concejalía de Sanidad está en vías de modificar esta normativa en la que, entre otras cosas, pretende cambiar aquellos puntos que prohíben alimentar a los animales. De hecho, la concejal responsable, Begoña Monllor, señala que ya ha mantenido contactos para que la Policía Local no multe a las personas denominadas «gateras» que suelen alimentar a los gatos alegando que se encargan de limpiar las zonas.

La concejal de Sanidad explica que desde su área está tratando de dar una solución «al zoo» en el que se ha convertido el solar del Passeig dels Carreters, junto a la residencia Novaire y que pasaría por dejar algunos animales allí. La concejal reconoce que ha intentado que granjas escuelas e incluso amigos se queden con alguno de los conejos, por lo pronto sin obtener éxito. Y anima a los sanvicenteros a adoptar uno.

Adelanta que lo que va a hacer es esterilizar a una pareja de conejos para que sigan en el solar con el consentimiento del dueño según explica, y llevar el resto a una protectora de animales.

Y bromea asegurando que «el solar es un safari porque hay conejos, gatos y tórtolas y hay que controlarlo». Monllor reconoce que «van todos los días personas a alimentarlos y el número se ha descontrolado».