«Aigües sin médico cura, botica aquí ni se nombra, bastan sus aires, sus aguas y de sus pinos la sombra». Así nos dan la bienvenida al municipio de Aigües. Con un gran mural en el que se recoge la esencia de esta pequeña localidad y en el que, además, aparecen varios de sus personajes más conocidos por los vecinos, como Fernando el de la bodega o Pepe Ramos. Arte urbano. Arte público que plasma la tradición y las costumbres y que embellece decenas de rincones.
Y es que Aigües se ha convertido en una gran galería al aire libre de la mano del artista alicantino Joan Erbueko, que cuenta con multitud de obras pictóricas y esculturas repartidas por el término municipal. Unos almendros con los troncos pintados de azul a la entrada del pueblo simbolizan el principio de una gran sala. A partir de ese punto, las calles del municipio invitan a descubrir el arte que albergan.
Uno de los últimos trabajos de Joan Erbueko es la restauración del mural de la ermita de la Virgen del Carmen. Los colores han resurgido y el fondo ahora cuenta con nuevos elementos que dinamizan la pintura. Un trabajo creativo que aún está por finalizar y que llevó a Joan a pasar varias noches de ermitaño en la capilla ya que, según el pintor «el rollo creativo es un poco patológico». «Cuando estoy trabajando vivo en una catarsis y puedo pasar hasta 16 horas seguidas pintando», explica.
Erbueko, quien no deja de crear y reinventar porque considera que una obra nunca se consigue finalizar, asegura que Aigües es «un sitio muy inspirador» al que le gustaría «que viniese más gente a hacer trabajo de calle». Un lugar idóneo para poner en práctica su objetivo de «reivindicar el amor y la belleza» a través del arte.
Con la asociación local Art Aigües, Joan Erbueko trabaja con los niños del municipio y les enseña las características del proceso creativo con la utilización de elementos naturales. Una ocupación que ha conseguido ensalzar su trabajo: «He sido siempre pintor callejero y ahora con el local se nos toma más en serio».
Con nombre propio
Joan Erbueko desembarcó en Aigües hace diez años, momento en el que decidió dejar de utilizar el coche. Este «trabajador de la cultura» practica la meditación zen, se siente «anarquista de corazón» y «millonario de amigos» y adora a la mujer, a la que considera una diosa, motivo por el que pinta «Jesucristas». Considera que el arte es un camino hacia el autoconocimiento, admira a El Bosco, tiene como musa a su mujer, Celia, y se autodenomina «colgao».
