De germen de la fértil huerta alicantina a reducto de aquellos cultivos y sabores de antaño. Montnegre, entre Xixona, Alicante y Mutxamel, aún conserva ese campo centenario, regado como hace cuatro siglos por el agua del Pantano de Tibi, y que ha gozado y goza todavía de un gran prestigio por su calidad, sobre todo por sus famosas patatas de Xixona y patatas de río, denominación esta última, aseguran los agricultores de esta pedanía, que tiene su origen en el río Montnegre.

Sus intrincados campos fueron el origen de la expansión de la huerta de Alicante, que se desarrolló gracias a la construcción a finales del siglo XVI de esta presa, la más antigua aún en funcionamiento de Europa e hito de la ingeniería de su época. Ya antes de levantarse el embalse, las tierras de Montnegre eran cultivadas con el caudal de este río, donde existían las denominadas Quince Presas Antiquísimas -usadas desde tiempos remotos para aprovechar el agua-, pero la presa permitió regular su agua y poder usarla para riego en toda la comarca. Y también inició numerosas guerras entre los regantes de Montnegre y los de la huerta de Alicante por los derechos del agua.

Siglos después, se siguen cultivando las tierras de Montnegre bajo la premisa de un calidad que afirman no tiene rival. De las 285 tahúllas -unas 33 hectáreas- con derecho a riego que existen entre las tres partidas -Montnegre, Montnegre de Dalt y Montnegre de Baix-, aún se cultivan algo menos de la mitad. Y se siguen regando con el agua del pantano, que curiosamente no quieren los agricultores del resto de la comarca porque dicen tiene demasiada salinidad para las hortalizas. En cambio, los de Montnegre destacan que sus analíticas periódicas arrojan valores óptimos del agua, y sus productos así lo demuestran.

Actualmente hay tres explotaciones relevantes que cultivan casi 10 hectáreas en total, que apuestan por la calidad del producto, con un cultivo tradicional, empleo mínimo de fertilizantes y técnicas centenarias para mantener fértil la tierra, como cultivos rotatorios en un mismo bancal para desinfectar la tierra y que esté en las mejores condiciones para volver a plantar por ejemplo sus exquisitas patatas.

Hace 50 años más de 40 familias vivían de esta prestigiosa huerta, e incluso contaban con escuela y una ermita. Pero la industrialización fue mermando el núcleo urbano dependiente de Xixona hasta hacer cerrar la escuela a finales de los años 60. Ahora, aún se conserva una parte de los cultivos y la zona aguarda a que también se saque partido a su potencial turístico por sus paisajes y monumentos como el pantano.

Denominación de origen

Hace unos 15 años, junto con el Ayuntamiento de Xixona, se intentó impulsar una denominación de origen para las hortalizas, verduras y frutas de esta zona, pero no reunía las condiciones mínimas de extensión, según cuenta Víctor Blay, dueño de una de las principales explotaciones y presidente de la Asociación de Vecinos de Montnegre.

Este agricultor explica que las hortalizas y frutas que se cultivan en Montnegre siempre han gozado de un gran prestigio y son muy apreciadas en los mercados, no solo de la provincia. Sus campos son de reducidas dimensiones, donde el acceso de maquinaria es muy complicado salvo que sea de pequeño tamaño, ubicados literalmente pegados al río. Blay explica que al año puede producir 25.000 kilos de patatas de media, pero no puede competir con los precios que ofrecen las grandes explotaciones, ya que si aumenta la producción además la calidad se resiente.

Por ello, su punto fuerte es la calidad, con sabores que ya se han perdido en muchos sitios, pero que en Montnegre aún se conservan. Habas, acelgas, patatas, coliflores, alcachofas, judías, lechugas, cebollas, ciruelas... salvo los tomates, que afirman salen muy ácidos, la huerta genera de todo y con un sabor especial que lo diferencia de otros sitios. El microclima de esta zona, un valle protegido donde muy difícilmente hiela en invierno y regado por el pantano, le dan el toque singular.

Un ejemplo, según Blay, son las famosas patatas de río, cuyo origen asegura está en Montnegre. Esas pequeñas patatas las vendían los agricultores de esta zona junto con el resto de su producción y eran conocidas como «patatas de río» por el río Montnegre, y eran muy apreciadas. Y por imitación, para aprovecharse de este prestigio y poder «colocar» esas pequeñas patatas que antes descartaban para su venta, agricultores de otras zonas adoptaron esta denominación.