El tiempo presagiaba que nada bueno iba a ocurrir. Nubarrones negros se cernían sobre San Vicente del Raspeig ayer, que finalmente respetaron el espectáculo que puso el broche a los actos de las fiestas de Moros y Cristianos del 2016, caracterizadas por un aumento de festeros. A fuego se tomó el castillo el sábado casi entrada la medianoche, y a cuchillo y pólvora volvió a tomarse a mediodía de ayer.

Unos 360 festeros participaron en la batalla de ayer disparando sus arcabuces. Más de 400 kilos de pólvora emplearon en la guerra, unos por reconquistar y otros por no perder el castillo tomado.

La bandera de la media luna ondeaba en lo más alto del castillo, para vergüenza de los de la cruz. Bailarinas moras danzaban a las puertas del castillo mientras desde la avenida Ancha de Castelar se oía una marcha mora que iba subiendo de intensidad para acompañar a los cargos moros. Llegados al castillo, los Marroc's como Alferecía de este año, colgaban sus pendones en la almena más alta, y la capitanía de los Moros Viejos se encaminaba orgullosa a la fortaleza que con dureza habían conquistado en un espectáculo de luz y sonido y coreografía en tierra y también en el aire. A las puertas del castillo quedaban representantes de cada comparsa mora.

Y ya desde el balcón de la fortaleza los cargos saludaban al más de medio millar de personas concentradas para ver el espectáculo. El disfrute les iba a durar poco a los sarracenos. Llegaba el embajador cristiano con un parlamento que atronó el lugar reivindicando las tierras y el castillo. «He de limpiar mi honor con la lucha. Seré otro Pelayo de bravura que expulse al moro», bramaba. Y ante tamaña insolencia, el embajador moro amenazaba: «Tu cabeza partida caerá sobre mi cimitarra». Y entre los parlamentos, los cargos de uno y otro bando mostraban sus espadas y provocaban a sus contrarios para iniciar la batalla.

Y la guerra estalló al grito de «lluita, lluita, lluita» e invocando al patrón San Vicente Ferrer. Los niños capitanes, José Antonio Rovira por el bando cristiano y Francisco Reig por el moro se batieron, mientras la alférez cristiana Patricia Peinado también luchaba espada contra espada con el cargo moro Rafael Mira; y el embajador Luis Lledó luchaba contra el cristiano Vicente Ortega. En lo más alto del castillo peleaban los capitanes José Miguel Sáiz con el moro Juan Antonio Reig, que finalmente fue abatido. Los pendones volvían a ser los de la cruz. El castillo había sido reconquistado. El público irrumpió en aplausos. Y a continuación el himno de San Vicente sonó en la plaza. Los festeros ya sueñan con que sólo queda un año para las fiestas.