La primera fase de las obras de mantenimiento y conservación de la ermita del Pozo de San Antonio ya ha finalizado. El Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig ha efectuado la recepción de estos trabajos, no exentos de polémica y que dividieron al cuatripartito sanvicentero puesto que se trata de un inmueble privado del que el consistorio se hace cargo para su posterior uso público. Sí se Puede votó en contra de la rehabilitación por la que sus socios, PSOE, Guanyar y Compromís estaban de acuerdo.

El Ayuntamiento cuenta con la cesión de este edificio municipal, que está protegido, durante 20 años. Estas obras han tratado de evitar que defectos en la construcción de los cuerpos laterales pusieran en peligro el conjunto. La edil de Urbanismo, Mariló Jordá, visitó la ermita antes de recibir las obras y declaraba que la voluntad del equipo de gobierno «es que el patrimonio catalogado se mantenga en las mejores condiciones posibles».

Jordá explica que esta actuación ha supuesto una inversión de 20.000 euros procedente de una Inversión Financieramente Sostenible. La concejal ha anunciado que está a disposición de las asociaciones del municipio, entre ellas la asociación de vecinos del Pla-Olivera y de la Casa de Andalucía Antonio Machado. «El entorno natural también puede ser aprovechado para llevar a cabo reforestaciones o convertirlo en un lugar de ocio familiar como merendero», explica.

La actuación realizada ha servido para evitar las filtraciones de agua en el interior de los dos cuerpos que flanquean el edificio central de la ermita. Urbanismo explica que se han corregido fallos de construcción con la instalación de una correa de hormigón entre los muros y la cubierta. Los técnicos municipales han determinado que son las partes del edificio que mayor deterioro presentan.

La siguiente fase de la actuación, prevista para el verano, reparará las grietas en la clave de la bóveda del edificio. La ermita es un edificio del siglo XVIII que está incluida en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del municipio.