Busot ha sido el lugar escogido por el mayor coleccionista de instrumentos étnicos del mundo, el uruguayo Carlos Blanco Fadol, para exponer doscientas de sus insólitas piezas procedentes de 150 países de los cinco continentes.

Se trata del Museo de Música Étnica, inaugurado el pasado agosto en pleno casco antiguo de esta población de la comarca de l'Alacantí y que en sus primeros seis meses ha recibido a cerca de 14.000 visitantes, según ha comentado a Efe el alcalde, Alejandro Morant, y el concejal de Turismo, Vicente Ivorra.

Vecino desde hace tres décadas de esta localidad, Blanco Fadol ha acaparado en sus innumerables viajes desde joven unos 4.500 instrumentos, de los cuales exhibe otros 600 en el museo de Barranda-Caravaca (Murcia), uno de los más relevantes del mundo de la especialidad, mientras que el resto se reparten en media docena de almacenes.

Para el etnomusicólogo y también inventor uruguayo, los instrumentos musicales constituyen "vínculos antropológicos puros de comunicación" que unen a los distintos pueblos del planeta, y están muy por encima de las fronteras o diferencias políticas, como se refleja en que "países irreconciliables estén unidos por la música".

Dos veces propuesto a los Premios Príncipe de Asturias, en 2006 a las Artes por iniciativa del Gobierno de Malasia y en 2009 a la Concordia por el Ejecutivo de Uruguay, Blanco Fadol ha relatado a Efe que no busca únicamente conservar instrumentos sino que su principal objetivo es recuperarlos para evitar su desaparición y reintegrarlos a la cultura a la que pertenecen.

Entre los que sorprenden en el museo de Busot algunos tan originales como el 'kissar', una lira africana de 6 cuerdas sobre la base de una calavera humana (de una mujer joven que incluso conserva tres dientes), con un cuerno y un soporte en el extremo de bambú, o el 'sasandro', otro tipo de lira singular, esta vez del Timor, en el Pacífico.

También el 'Angklung', "el único instrumento en el que se puede interpretar cualquier melodía sin que sea necesario conocimiento musical alguno", según Blanco Fadol, porque "cada persona toca uno, que produce una sola nota pero que se combina con el resto".

Un gran tambor congoleño de 150 años que se solía usar en ceremonias de iniciación, ablación o circuncisión es otra de las 'joyas' expuestas, como también una réplica del instrumento de percusión 'teponaztli', regalado por el cacique mexicano Moctezuma a Hernán Cortés, y el tambor 'huehuetl', con dos dioses transformados según la mitología azteca.

Una de las vitrinas demuestra la evolución del mismo violín desde su origen en Afganistán (allí se llama 'rabab') pasando por Túnez ('rebab') hasta España ('rabel') y posteriormente Paraguay ('rabé'), lo que permite al visitante apreciar el cambio de fisonomía.

Dos instrumentos casi idénticos de cuerda construidos sobre una corteza de calabaza en países muy distantes, llamado 'jiaye-Quin' en China y 'bulumbata' en Gambia, apuntan que el primero fue copiado del país africano, mientras que también llama la atención el 'atbal' saharaui y el tambor 'oo-si' birmano, con chapas de oro de 24 quilates.

Del Tíbet hay una trompeta fabricada con hueso humano (tibia) llamada 'rkany-glinc' que usan los lamas para la introducción a una danza ritual conocida como cham, y la pieza más antigua es una 'campanilla de bronce' romana del siglo III antes de Cristo.

Uno de los pocos países no representados es curiosamente Uruguay donde, según Blanco Fadol, sólo consta un único instrumento étnico, el 'tamboril de candombe'.

Lejos de ser convencional, el museo de Busot trata de ser dinámico y didáctico ya que, mediante fotografías de músicos en plena interpretación, el instrumento aparece contextualizado en su entorno original, también con la ayuda de pantallas táctiles.

De España también hay una veintena de instrumentos, desde una gaita gallega de Luciano Pérez, que recuperó los instrumentos del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, a otra 'gastoreña', de Cádiz y con origen árabe.

Del mismo modo, hay una 'tabla matraca' asturiana, un 'pandero cuadrado' que se usaban las mujeres en Galicia y Asturias tras ser introducido por los fenicios y el 'tabalet' y 'dolçaina' valenciana, entre otros muchos instrumentos.