No a una mujer embajadora. Los festeros de El Campello se han opuesto en una ajustada votación a que una fémina desempeñe por primera vez en la historia de los Moros y Cristianos este papel. En la asamblea de la Junta Festera celebrada el pasado sábado la propuesta de Cavallers de Conquesta -que este año ostenta la capitanía cristiana- para que Aurora Perales asuma este cargo fue rechazada por 61 de los 113 compromisarios y presidentes de comparsas, frente 49 votos a favor y 3 abstenciones.

Desde Cavallers de Conquesta anunciaron a este medio que impugnarán el acuerdo por considerarlo «inconstitucional» y vulnerar la Ley de Igualdad al impedir a una mujer optar al cargo, e incluso se plantean ir a los tribunales, lamentando que pidieron a la Junta que solicitara a la Unión Nacional de Entidades Festeras (Undef) asesoramiento legal sobre este tema sin que se les haya informado del resultado. Para las fiestas de 2012 ya hubo otro intento para que una mujer, Verónica Juan Sánchez, de Tercio de Flandes, ocupará el cargo, pero en aquella ocasión el resultado de la votación fue aplastante, con 93 sufragios en contra, 23 a favor y 4 abstenciones. Ahora en cambio parece que hay partido y la polémica está en la calle.

Desde la Junta Festera señalaron que se trata de una decisión «democrática» tomada de forma «soberana» por la asamblea, y recordaron que el régimen interno de la asociación establece desde febrero de 2015 en su punto número 5 que el cargo de embajador lo desempeñará un «hombre mayor de 18 años», sin que a este respecto se presentara alegación ni objeción alguna hace un año.

Además, insistieron en que la asociación es un ejemplo de integración de la mujer, ya que está presidida por una fémina, Ángela Sanz, que la mayor parte de sus socios son mujeres (673 de 998), que desempeñan cargos de todo tipo y responsabilidad y que son numerosos los ejemplos de igualdad, el último el pasado octubre, cuando el Jaumet del 9 d'Octubre fue interpretado por una niña. Y señalaron que los cargos festeros son paritarios, con un capitán, una capitana, un embajador y una abanderada. Respecto a la consulta a la Undef sobre legalidad de esta «discriminación», la Junta afirma que se realizó la misma y se informó del resultado, aunque no quisieron desvelar su contenido y Cavallers afirma que no se le ha comunicado.

Desde esta comparsa se lamenta que en pleno siglo XXI aún quede este componente sexista, en unas fiestas además como las de El Campello, que dado su relativa juventud, poco más de 30 años, ha sabido evolucionar y modificar su organización y actos sin sufrir el encorsetamiento de otros Moros y Cristianos con más antigüedad y tradiciones que son más difíciles cambiar.

En el escrito que remitió a los festeros para defender su candidatura, Perales explicaba que «todos sabéis que quiero ser embajadora y me presento porque soy una persona festera con muchas ganas e ilusión. En estas maravillosas fiestas nuestras, a las que tod@s contribuimos con lo mejor de nosotros mismos, yo quiero aportar también mi granito de arena y sacar lo mejor de mí. Muchos aportan trabajo desinteresado, otros con su alegría y buen hacer, otros con su amistad y/o experiencia... Cada uno con lo que puede dar o sabe hacer, todos son válidos y muy, muy respetables. La fiesta somos todos y debería de ser en igualdad de condiciones. Si las personas a lo largo de la vida evolucionamos, las fiestas también, parte de un todo. A veces tenemos miedo de los cambios, pero son oportunidades para crecer».

Por ello destacaba que «nuestras fiestas son un sello de identidad que nos refleja cómo somos, nos representa allí adónde vamos. ¿Qué queremos ver? ¿Cómo queremos que nos vean? Pensar en las mujeres de vuestra vida, madres, hijas, tías, abuelas, nietas o amigas, a todas las queremos y respetamos y lo daríamos todo por ellas. Por qué no pueden decidir ser o no ser embajadoras en nuestras fiestas, no sienten la música, la pólvora o las embajadas igual? (...) En muchas fiestas antiguas o más jóvenes que las nuestras, la mujer y el hombre participan con los mismos derechos, no hay distinción». Pero por ahora, en El Campello aún queda este muro por derribar.