Rafael Orts tenía 15 años cuando estalló la Guerra Civil. La contienda le sorprendió en Sant Joan d'Alacant, localidad en la que nació en 1921 y de la que nunca se ha ido. Este vecino célebre del municipio describe emocionado el sentimiento de pánico que se apoderaba de sus vecinos cuando sonaban las sirenas de Alicante para avisar de la proximidad de un nuevo bombardeo. «Todos corríamos al refugio, al del Cristo de la Paz, que era el único público del pueblo», especifica este santjoaner nonagenario. Orts mantiene sus recuerdos intactos a diferencia del lugar que le vio nacer, que con el paso de los años ha ido enterrando los horrores de una Guerra que dividió a España y todavía hoy genera agrios debates en torno a la Ley de Memoria Histórica con la que se pretende recuperar y poner en valor las marcas del episodio más cruel y sangriento que ha experimentado el país en el último siglo.
Por todo ello, el equipo de gobierno cuatripartito de Sant Joan d'Alacant se ha establecido como objetivo para este nuevo mandato desenterrar, al menos, una parte de esa historia que permanece oculta en la localidad. Se trata de los refugios que durante los tres años que duró la contienda dieron cobijo a los habitantes de la población. Así, la edil de Cultura, Clara Rodríguez, de Esquerra Unida, ha decidido seguir los pasos del Consistorio alicantino e iniciar los trámites para recuperar un patrimonio cultural que se ha ido perdiendo y que, además, podría convertirse en un atractivo turístico para la población, como apunta la edil.
Por ahora, son tres los refugios que el Ayuntamiento tiene localizados bajo los cimientos de algunos de los edificios más destacados de la localidad. Aunque, de momento, el área de Cultura ha optado por iniciar el proceso para acometer las excavaciones tan solo en dos de ellos: el Juzgado de Paz y el museo Fernando Soria ubicado en la Casa del Reloj. Ambos inmuebles fueron expropiados durante la Guerra Civil y bajo sus losas esconden túneles secretos, según ha corroborado la historiadora y antropóloga Verónica Quiles, quien ha realizado una investigación oral que prueba la existencia de los mismo. «Hay testimonios que nos indican incluso donde se encontraban los accesos y las salidas», señala la responsable del trabajo que ha impulsado a la concejalía de Cultura a pedir permiso al Consell para iniciar las excavaciones en ambos puntos.
El tercero se encuentra bajo el colegio público Cristo de la Paz y el proceso para localizar sus accesos es más complejo debido a su localización. Ante esto, se ha decido posponer la recuperación de éste para más adelante.
La columna del miedo
Aunque Sant Joan no llegó a sufrir un bombardeo, la proximidad con Alicante -una de las ciudades con más ataques aéreos durante la contienda española- desató el pánico entre los vecinos del municipio. De ahí que se construyeran refugios privados en las fincas más señoriales de la localidad. Los santjoaners eran testigos mudos del terror que se adueño de los alicantino. «Por la noches, en el último tranvía subían decenas y decenas de personas desde Alicante que no querían pasar la noche en la ciudad. Sus caras desencajadas reflejaban la gravedad de la situación. Les llamábamos la columna del miedo. Dormían en cualquier parte, preferían pasar la noche a la intemperie, en el campo, que en sus casas. Huían de las bombas». Un relato escalofriante de Orts, quien reivindica la importancia de la memoria para que no vuelva a suceder nada así. «No entiendo como siguen habiendo guerras», concluye este testigo del horror de la contienda.
