Diluvió anoche en el que estaba previsto el desfile moro-cristiano de El Campello. El bando moro abría el espectáculo y las comparsas se echaron a la calle. Llovía y llegó un momento en el que el agua era una cortina incesante. Desde ayer los moros tienen el mando de El Campello y por ello les tocaba ser los protagonistas del desfile. Como había ocurrido por la mañana, las nubes amenazaron lluvia, que respetó la embajada; pero por la tarde el agua sí hizo acto de presencia. Algo que no amedrentó a los festeros con muchas ganas de salir a la calle a disfrutar de sus días grandes. Un año entero esperando este momento no podía verse empañado por la lluvia. Así que a pesar de que no paraba y de que iba a más, los festeros salieron a desfilar.

El bando moro salió por completo y la capitanía de la comparsa Ain Karim cerró el desfile, con los capitanes en su carroza y la abanderada y el embajador en la suya. Pero ya no salieron los cristianos. La Junta Festera decidió, pasadas las ocho y media de la tarde aplazar el desfile. Y se mantuvieron reunidos para dilucidar si volverían a salir en otro momento.

El desfile es el mismo que un día antes habían abierto las comparsas cristianas y que duró tres horas y media. El de ayer apenas quedó en una hora. La tristeza entre los festeros era evidente, puesto que durante todo un año preparan con ilusión estos días. Son cerca de 700 los comparsistas de El Campello, sin contar a los niños, que gastan una media de entre 600 y 1.000 euros por participar en la fiesta.