San Vicente del Raspeig vivió ayer más un acto cada año más arraigado, la bajada de la talla de San Vicente Ferrer del altar. Cientos de personas abarrotaron la iglesia para asistir a este momento emocionante y emotivo. Y no es para menos, el santo queda suspendido durante unos instantes en los que muchos contienen la respiración. Unas poleas sujetan la figura de 2,30 metros que del altar es bajada suavemente hasta su carruaje. Y se estima que pesa unos 450 kilos. Y como curiosidad, la característica mano en la que el patrón tiene su dedo índice apuntando al cielo tiene que ser recogida para que la figura pueda bajar sin problemas de espacio.

Como testigo novato y de excepción, ayer asistía a este acto el párroco de la Iglesia de San Vicente Ferrer, Miguel Ángel Cerezo, ya que llegó al templo el pasado mes de septiembre y sólo conocía la ceremonia de oídas por los feligreses. «Estaba muy expectante porque lo he escuchado contar a la gente y hoy quería experimentarlo», contaba ayer.

Desde las ocho y media de la mañana los operarios municipales se afanaban en las tareas previas para dejarlo todo preparado. Había que colocar al santo n las poleas con las que baja a su carruaje. Para ello, la talla cuenta con un orificio especialmente diseñado. Este año además es especial ya que se conmemoran los 75 años de la llegada de la figura de San Vicente Ferrer a la población, aunque ésta no es la talla primigenia, que era más pequeña y que fue quemada durante la Guerra Civil.

A las diez y media un volteo de campanas acompaña ese momento en el que San Vicente Ferrer es bajado del altar con sumo cuidado. Son varios minutos en los que todas las miradas se posan en el altar y la bajada lenta de las poleas. Y al llegar abajo, un gran aplauso. Y los vivas al santo. En ese momento comenzó el besamanos así como la veneración de la reliquia del santo, el regalo que el obispo emérito, Rafael Palmero, hizo a la población. Álvaro, el pequeño que este año representa al Niño Vicent, presidió junto a la talla el acto.

La alcaldesa, Luisa Pastor, es una de las personas que mejor conoce el protocolo y los entresijos de un evento que ha comenzado a tener auge en los últimos tiempos y que se celebra desde hace muchos años. «El carruaje es histórico, hecho por artesanos de San Vicente», recalcaba.

Por la noche se celebró la Entraeta Mora, prólogo de los grandes desfiles del fin de semana. Y en la jornada de hoy, a las nueve el pregón del rector de la Universidad, Manuel Palomar, encenderá la fiesta.