Otro problema que tienen previsto abordar los vecinos de Santa Isabel es la llegada cada vez mayor de familias al barrio que tienen por costumbre hacer vida en la calle. Con el calor, en lugar de quedarse en sus pisos salen a tomar el fresco y molestan al resto tanto por el ruido como por la cantidad de trastos que sacan a la vía pública, según aseguran. «Dejan un montón de enseres por la calle, incluso han llegado a poner bancos de madera o piscinas, aunque estas últimas ya las quitó el Ayuntamiento. Eso no se ve en ningún barrio nada más que aquí», lamenta una vecina, que asegura que la convivencia en Santa Isabel sigue deteriorándose por el asentamiento de familias procedentes de otros barrios conflictivos de la comarca. También es motivo de queja la proliferación de palomas que se refugian en las terrazas de algunas de las viviendas que están vacías. Algunos residentes advierten de la suciedad que dejan estas aves y de que algunos bloques «están llenos de piojos» debido a que «hay quien les da de comer». Una de estas vecinas es Isabel Torres, quien pide «que no quiten las palomas». «Yo les doy de comer porque a mí no me molestan. En mi casa somos los más felices del mundo viéndolas», señalaba ayer la mujer.
