Nunca se olvida a montar en bici. Pero hay quien nunca aprendió y estos días está recuperando el tiempo perdido.
Aunque su carné ponga que ya ha superado los 78 años, Juan está disfrutando como un niño de la experiencia de subirse en una bicicleta. Calle arriba, calle abajo, le da a los pedales cada vez con más decisión y seguridad. «La sensación es placentera totalmente. Estoy considerando la posibilidad de comprarme una bici», cuenta.
Esta semana un grupo de ocho personas, algunos rozando los 60 y otros los 80, están aprendido a montar en bicicleta. Les enseñan cómo mantener el equilibrio, a frenar, a tener seguridad y a disfrutar de esta sensación de libertad. El área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de San Vicente se puso manos a la obra por la inquietud de algunas personas que, viendo todas las iniciativas que el municipio realiza en torno a la bicicleta, lamentaban no saber manejar una. Y pusieron solución.
Para ello, se ha cortado una de las calles próximas a las piscinas que tiene una rampa ideal para dejarse caer.
Pilar, la técnico de Medio Ambiente, le explica a Purificación, de 70 años, la mejor manera de frenar. La mujer reconoce que es muy activa y que sólo le faltaba aprender a ir en bici. «Se me había quedado la espinita», cuenta, mientras baja la pendiente agarrada fuerte al manillar.
Al acabar la clase Luis, el monitor que ayuda en la tarea a Pilar, realiza estiramientos con los futuros ciclistas. Por lo general todos se ponen muy tensos y sobre todo, tienen en común el miedo a caerse. Cati tiene 58 años y cuenta que siempre ha querido aprender. No ha dicho nada a su familia para sorprenderles: «Hay cosas que no se deben dejar pendientes». La experiencia ha ido tan bien que en septiembre se repetirá.
