Con la crisis económica, El Campello vuelve la vista hacia el mar. La localidad costera, con una gran tradición en el oficio de la pesca, regresa poco a poco a sus orígenes y, en los últimos años, cada vez congrega a más trabajadores del mar entre sus gentes. Hombres y mujeres que, al no encontrar trabajo en otros sectores, sobre todo en la construcción, deciden rendirse a la tradición de su municipio y salir a faenar al Mediterráneo.

En estos últimos dos años, han sido cinco las embarcaciones que se han unido a la Cofradía de Pescadores de El Campello, hasta alcanzar la decena, el doble que en 2010. Su presidente, Antonio Arcas, señala que debido a la situación de la economía actual "hay más pescadores que nunca". "Muchos han regresado de la construcción y ganan muchísimo menos", añade. Y es que un marinero ingresa al mes una media de 900 euros.

De imposible predicción

En un oficio que depende de un sinfín de factores, no se pueden predecir los beneficios que se van a obtener. La temperatura del agua, las mareas, el ciclo de vida de los caladeros y otras causas que son difíciles de estudiar a largo plazo, provocan que un armador no sea capaz de saber con exactitud si el negocio va a ir bien durante el año. Además, como explica Arcas, el precio de la gasolina y de las redes sube constantemente y, sin embargo, el del pescado baja cada vez más. Muchos elementos y circunstancias que provocan que los pescadores vivan el día a día de su oficio con una eterna incertidumbre.

Aunque la rentabilidad del trabajo en el mar sea tan irregular, el presidente de la Confradía de Pescadores valora cómo está marchando el negocio este año: "Una auténtica ruina". "La pesca va a menos. Cada año, el pescado desciende un 15% porque el mar se está muriendo", afirma. Esta situación obliga a las familias a ajustar gastos y a repartir los beneficios entre los miembros con más mesura. Porque si algo no ha cambiado es que la pesquería continúa siendo un oficio familiar.

Sin embargo, muchos campelleros prefieren amarrar sus pesqueros en otros puertos más amplios de la provincia, como el de Santa Pola, el de la Vila Joiosa o el de Calp. "Hubo un tiempo en que nuestro puerto fue el más importante de España, pero los barcos grandes comenzaron a irse a otros muelles", dice Antonio Arcas. Debido a esta emigración, el puerto pesquero de El Campello se configura con una gran mayoría de barcos de artes menores. Así, diez pesqueros son de pequeñas dimensiones y sólo uno practica la pesca de arrastre.

Por esta razón, Arcas opina que el puerto de El Campello "nunca volverá a ser lo que era". "Ahora somos el puerto más pobre de la Comunidad Valenciana, pero no hay que olvidar que los mejores pescadores han salido de aquí", añade el también patrón del Nuevo Santa Teresa.

Jornadas de trabajo de doce horas que comienzan a las cinco de la mañana, beneficios incapaces de pronosticar, caladeros que menguan por la acción del hombre. Parece que todo está en contra de los marineros, sin embargo, El Campello sigue mirando hacia el mar.

Un puerto pequeño con ventas "mínimas"

Hace poco más de cien años, el puerto pesquero de El Campello era uno de los las más importantes del levante español. Sin embargo, la posterior construcción de otros muelles, como el de Santa Pola o el de la Vila Joiosa, provocó un éxodo de marineros hacia estas localidades. Actualmente, una media de tres marineros trabaja en cada embarcación cobrando "un sueldo muy pobre", como afirma Antonio Arcas, presidente de la cofradía de Pescadores. Asimismo, Arcas asegura que el volumen de ventas de la cofradía es "mínimo" en lo que califica el año "más malo" de la pesca.

Los ingresos de la cofradía provienen de la subasta de productos del mar en la lonja, de la venta de pescado a otros puertos, del alquiler de locales y de la subvención que reciben de la Concejalía de Turismo del municipio. No obstante, el dinero que obtienen no es suficiente y los cuatro trabajadores de la asociación han tenido que reducir su jornada laboral a la mitad para poder cobrar.