Algunas calles de los barrios de ensanche de San Vicente del Raspeig construidas en las décadas de los sesenta y setenta acumulan numerosos locales cerrados. Cuando se edificaron quizás tenía sentido que casi todos los bloques de viales como San Isidro o Labradores tuvieran bajos comerciales, pero los hábitos de los consumidores han cambiado y ya no hay mercado para tanta tienda, explica Leticia Martín, arquitecta del Ayuntamiento de San Vicente.

De ahí que la concejalía de Urbanismo, que dirige Antonio Carbonell, apoye la iniciativa de los arquitectos Álvaro Campillos Barrio y Héctor García Pastor para reconvertir estos espacios inutilizados en modernos lofts a pie de calle. "Es una buena idea en época de crisis porque son locales que compró la gente del barrio a precios baratos pero ahora los tienen en desuso", explican los arquitectos. Este vacío "causa inconvenientes tanto a los dueños como al resto de vecinos de la calle ya que se produce una desertificación, sobre todo en invierno pues a partir de las ocho de la tarde no queda nadie y están solitarias", agregan.

El propio padre de Campillos tenía uno de estos locales donde funcionó durante años la oficina de su empresa de construcción. Pero se trasladó y en los últimos años "lo alquilaba a trompicones", señala su hijo. Es un espacio de 43 metros cuadrados que el arquitecto ha reconvertido en una moderna vivienda que consta de cocina, una especie de salón multiuso, habitación y baño.

Tres persianas de color azul que maneja con un mando dividen a su gusto y según el momento del día las estancias de su casa, en la que ha utilizado ampliamente el policarbonato, un material plástico decorativo e impermeable, que a su vez le sirve como aislante acústico.

El principal problema que plantean estos locales, la ventilación, lo ha resuelto con aire acondicionado, extractores y la instalación de canalizaciones gracias a sus vecinos, que le han apoyado en este proyecto y no le han puesto impedimentos. En todo caso, la arquitecta municipal recuerda que muchos locales de San Vicente tienen un patio en la parte trasera, "que es lo ideal para que tenga ventilación forzada". Además, los bajos comerciales construidos en los últimos años ya incorporan sistema extractor.

En su vivienda, Álvaro baja la persiana por las noches por motivos de seguridad y parece un local más, pero en verano a veces también saca la mesa y unas sillas para cenar en la acera, como se hacía tradicionalmente. "Estas casas tienen mucha relación con el exterior y ayudas a revitalizar la calle. Incluso pueden ayudar a reactivar el comercio al aumentar el movimiento de gente", explica su compañero, Héctor García.

Juntos han adaptado otros dos locales de la misma zona aunque son más amplios, de cerca de 70 metros, y tienen incluso lavadero y porche. Su propietario los ha alquilado de inmediato y tiene más demanda de vecinos del barrio. Son personas mayores, algunas sin movilidad, que viven en pisos sin ascensor y aquí encuentran una forma de permanecer donde han vivido toda la vida pero sin estar tan aislados.

García Pastor destaca que este sistema "permite recuperar valores antiguos" como la convivencia en las calles, mantener la sensación de pertenencia a un lugar "y el reciclaje de espacios ya que no necesitan devorar territorio para que la ciudad mejore. Los paus ni nos gustan ni se pueden hacer ya".

En este sentido, agregan que con este sistema "no se crea más edificabilidad sino que se utiliza la existente y puede ayudar a prolongar el eje comercial de Doctor Fleming". Además, resulta más barato pues, según explica la arquitecta municipal, el precio por metro cuadrado de estas obras se queda en la mitad de lo que cuesta levantar una vivienda protegida.