Personas en riesgo de exclusión social como Rocío Terrón, quien a sus 21 años de edad ha pasado ya nueve en la calle, están aprendiendo en el Instituto Canastell técnicas de desguace de aparatos técnicos y tecnológicos. Son ocho usuarios de Cáritas que se ganan la vida recogiendo chatarra o cartón y aquí aprenden a obtener mayor beneficio económico, no dañar al medio ambiente y trabajar con la seguridad e higiene adecuadas.

La idea nació de una conversación entre la trabajadora social de Cáritas, Cecilia Alegre, y responsables del instituto. Hace dos años empezaron ofreciendo cursos de formación adaptados a personas con un nivel cultural muy bajo y en riesgo de exclusión social. A algunas personas ya les han enseñado nociones de informática, a redactar un curriculum e imagen personal para acudir a una entrevista de trabajo.

Posteriormente surgió la idea del reciclaje y el pasado año ya facilitaron algunas enseñanzas, como a desarmar un motor. Ahora, explican el director del IES Canastell, Carlos Navas, y el profesor Fran Bocanegra, van más allá y les especializan para reparar y reciclar ciertos electrodomésticos.

Por ejemplo, ya saben que obtendrán más dinero extrayendo y vendiendo el motor de una lavadora que vendiendo el aparato al peso, sobre todo ahora que se ha reactivado el mercado de segunda mano. "Antes veían una tubería y la seccionaban por donde fuera. Ahora, por ejemplo, saben que no deben cortar el tubo de los frigoríficos porque liberan gases de efecto invernadero. Antes cogían un ordenador y lo machacaban, ahora lo reciclan y lo venden. Además, ven que en el trabajo del día a día van ganando más dinero", explica Bocanegra.

Los alumnos van a estar capacitados para gestionar las piezas usadas que recogen las tiendas de electrodomésticos a sus clientes, separando lo que puede ser reciclado y vender el resto como producto primario.

Serafín García, de Cáritas, relata que en octubre comenzaron ya a trabajar con un plan de empresa que está en proceso de redacción y que ahora están tratando de conseguir financiación para montar la cooperativa y proveedores de residuos, como por ejemplo hipermercados.

Los profesores que han trabajado con ellos, como Mauro Pino o Rubén Aires, destacan la ilusión y el interés con que les escuchan, deseosos de aplicar sus enseñanzas.

"El reciclaje es el futuro", explica Rocío, quien apunta que gracias al apoyo de Cáritas "ahora tengo un techo, algo que llevarme a la boca y este proyecto". Además, señala, "a quienes estamos en la calle, siempre nos cuesta más". También gracias a Cáritas ha vuelto a estudiar después de cinco años, aunque sin dejar de trabajar en la recogida "porque buscarte la vida son 24 horas al día. Hay que sobrevivir como puedas y aunque son cuatro horas diarias en clase, merece la pena para poder conseguir un puesto digno".

Las clases que recibe el grupo son puntuales, ya que necesitan seguir recogiendo chatarra para conseguir los diez euros que necesitan al día para sobrevivir. Pero dos de los alumnos - Rocío y su pareja-, se han matriculado en las clases que imparte el instituto en Coepa para capacitarse como gestores de gases, pues sin titulación académica no pueden tratar las neveras. Otro miembro del grupo está sacándose el carnet de conducir camiones. Todo para poner en marcha pronto su cooperativa.

De malos alumnos a profesores aplicados

El grupo de Cáritas ha asistido esta semana a varias clases impartidas por profesores del Centro Integrado Público de Formación Profesional Canastell, que lo hacen de forma totalmente desinteresada y al margen de la actividad académica oficial. Pero en otras ocasiones son los propios alumnos del instituto quienes ejercen de docentes. Desde el centro destacan que está resultando una experiencia extraordinariamente positiva ya que son alumnos de Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), que hace un año estaban despedidos del sistema educativo.

Los jóvenes estudiantes han respondido mostrando un gran interés por enseñar los conocimientos que han ido adquiriendo. Además, como el nivel cultural de algunos de los usuarios de Cáritas es muy bajo y les cuesta leer o entender un manual, les atienden para enseñarles lengua y matemáticas para que puedan defenderse.